viernes, 10 de febrero de 2012

De gorilas sexys y monos "monos"

Yo sigo con demasiado trabajo para actualizar la página, pero les dejo una pregunta. ¿Porqué los simios en la literatura erótica?

Bellos no son, pero tienen una fama de lascivos que no corresponde con la realidad (exceptuando los bonobos) ¿Será transgresión o será alienación de un deseo?



Cavilando a más y mejor, cayó en la cuenta la ninfómana de que, entre todos los animales, es el mono el que más parecido tiene con el hombre. Precisamente poseía su padre un magnífico orangután. Corrió anhelante a verlo y a estudiarlo y, como se pasase un largo rato examinándolo, el animal, excitado sin duda por la presencia de la muchacha, acabó por mostrarse en la más tentadora y deslumbrante masculinidad. Al fin topaba Santa con lo que cada día buscaba, con lo que era su sueño cada noche. Se le aparecía el ideal, vivo y tangible. Para colmo de dicha, el inestimable tesoro se erguía más firme, más enhiesto y pujante de cuanto ella pudiera ambicionar. Los ojos del orangután la devoraban. El animal se adelantó, se agarró a los barrotes de la jaula y se estremeció con tal ímpetu y tal arte que al fin Santa supo lo que hacía. Arrebatada por su afán, separó un hierro con increíble fuerza y dejó libre el espacio preciso para que la rijosa bestia se aprovechase a su gusto y antojo. Ocho buenas pulgadas, acaso más que menos, se mostraron, potentes y encendidas. Tanta riqueza asustó al pronto a la ansiosa doncella; pero de nuevo la tentó el demonio, y se acercó, miró, palpó y acarició. El simio se entregó al más loco regocijo; amenazaba con romper su encierro y era horrible su mueca. Santa, espantada, creyó tener delante a Satanás. El miedo la detuvo. Iba a alejarse, cuando una mirada última al deslumbrante imán la sacudió otra vez.
Recobró el ánimo, levantóse las faldas y avanzó bravamente hacia la lanza temible y agudísima. Entáblase la lucha, los golpes se suceden, la puntería es certera y el bruto iguala al hombre. Santa es bestializada, desdoncellada y orangutanada. Su goce estalla en una escala de "¡Ohs!" y de "¡Ahs!" tan alta y tan sonora, que la madre la oye, se asusta, acude y se topa a la hija lindamente ensartada por el bicho, suspirando, culeando y escupiendo el alma.

Gamiani



"Al principio no distinguí nada en la oscuridad subterránea; luego acabé por vislumbrar un pasillo, en el fondo del cual se filtraba la luz; le recorrí, siempre descalzo y conteniendo la respiración, y llegué a una puerta tras de la que percibí risas y gruñidos. Apliqué un ojo a una ranura por la que pasaba un rayo de luz, y vi enlazados sobre un diván a la joven y un mono enorme, de rostro completamente humano, haciendo contorsiones y movimientos. Al cabo de algunos instantes se desenlazó de él la joven, se puso en pie y se despojó de toda su ropa para tenderse de nuevo en el diván, pero enteramente desnuda. Y enseguida saltó sobre ella el mono, y la cubrió, cogiéndola en sus brazos.
Y cuando acabó su cosa con ella, se levantó, descansó un instante, y luego la poseyó otra vez, cubriéndola. Se levantó después, y descansó otra vez, pero para caer de nuevo sobre ella y poseerla, y así lo hizo diez veces seguidas de la misma manera, mientras ella, por su parte, le otorgaba cuanto de más fino y delicado otorga la mujer al hombre. Tras de lo cual, cayeron ambos desvanecidos en un aniquilamiento. Y ya no se movieron.
Yo quedé estupefacto...

Las Mil y una noches, noche 353



Y empezaba a arrepentirme de mi compra, cuando de pronto vi que mi mono daba una sacudida, haciendo varios movimientos singulares. Y en el mismo momento, sin que tuviese tiempo yo de darme cuenta de la cosa, vi, en lugar del repulsivo animal de trasero reluciente, a un jovenzuelo como la luna en su decimocuarto día. Y en mi vida había yo visto una criatura que pudiese compararse con él en hermosura, en gracias y en elegancia. Y erguido en una actitud encantadora, se dirigió a mí, con una voz dulce como el azúcar, diciendo: "¡Mahmud, acabas de gastar en comprarme los cinco dracmas de plata que eran todo tu capital y toda tu fortuna, y en este instante no sabes qué hacer para procurarte algún alimento que nos baste a mí y a ti!"
Y contesté: "Por Alah, que dices verdad, ¡Oh jovenzuelo! Pero ¿cómo es esto? ¿Y quién eres? ¿Y de dónde vienes? ¿Y qué quieres?" Y me dijo sonriendo: "Mahmud, no me hagas preguntas. Mejor será que tomes este dinar de oro y compres todo lo necesario para nuestro regalo. ¡Y sabe, Mahmud, que, en efecto, tu destino, como pensaste, está atado a mi cuello, y vengo a ti para traerte la buena suerte y la dicha!" Luego añadió: "¡Pero date prisa, Mahmud, a ir a comprar de comer porque tenemos mucha hambre tú y yo!" Y al punto ejecuté sus órdenes, y no tardamos en hacer una comida de calidad excelente, la primera de esta especie, para mí desde mi nacimiento. Y como ya iba muy avanzada la noche, nos acostamos uno junto a otro. Y al ver que, indudablemente, era él más delicado que yo, le tapé con mi viejo capote de lana de camello. Y se durmió muy apretado a mí, como si no hubiera hecho otra cosa en toda su vida. Y yo no me atrevía a hacer el menor movimiento por miedo a molestarle o a que creyera en tales o cuales intenciones por mi parte, y a verle entonces recobrar su forma prístina de mono con el trasero desollado. ¡Y por vida mía, que entre el contacto delicioso de aquel cuerpo de jovenzuelo y la piel de cabra de los odres que me habían servido de almohadas desde la cuna, verdaderamente había diferencia! Y me dormí a mi vez, pensando que dormía al lado de mi destino. Y bendije al Donador, que me lo otorgaba bajo su aspecto tan hermoso y seductor.

Las Mil y una noches, noche 832



Trajeron a rastras a la lesbiana, ahora desnuda, la metieron en la jaula y la arrojaron al fondo de ella, después de lo cual cerraron la puerta y la aseguraron con una cadena. Al oír el ruido, el gorila se volvió y vio a la mujer desnuda que se encogía en el extremo distante de su prisión. Con una serie entrecortada de gruñidos animales, y casi a cuatro patas, se fue directamente hacia la inerme lesbiana.
Ésta no tuvo tiempo mas que para lanzar un solo grito antes de que la bestia de poderosos músculos llegara hasta ella, la arrojara al suelo de hormigón y le metiera ansiosamente el rígido pene en la entrepierna, introduciendo su velloso cuerpo entre las piernas y logrando por fin encontrar el orificio, en el que introdujo el organo con una salvaje arremetida que arrancó un largo y penetrante grito de dolor y miedo de la garganta de la desventudara lesbiana.
Furiosamente, el gorila la violó con incesantes embestidas que le desgarraron el coño hasta dejarlo en carne viva mientras el enorme animal desahogaba su deseo en su cuerpo relativamente frágil , gruñendo con cada oscilante espasmo.

Memorias de una pulga, tomo 4



PD.- definitivamente hoy me puse desagradable. Desdoncelladas y Orangutaneadas.

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