sábado, 30 de abril de 2011

Aventuras de un joven Don Juan de Apollinaire Guillaume

Paolo Eleuteri Serpieri, creo que del cómic Drunna
En 1907, Apollinaire "desempolva" a Sade y nos sacude con la más brutal de las obras que yo haya leido: "Las once mil vergas", una obra trasgresora más que erótica, donde el semen se mezcla con la sangre, la mierda y la muerte.

No estoy seguro, pero parece ser en 1911, cuando escribe un segundo ensayo erótico (si el primero se puede llamar erótico), esta vez es una divertida novela corta sobre el pornográfico despertar sexual de un adolescente; sus frenéticas experimentaciones y su cínica manera de pensar. Probablemente se trate de una novela escrita por encargo, adivino que para pagar las cuentas o para comer.

Tenemos así un libro sexual. No trata de la trasgresión, ni tiene violencia, ni moral, ni filosofía. Sólo relata el vigoroso y entusiasta despertar sexual de un muchacho con una absoluta falta de escrúpulos. Un libro de sexo para leer y reír.

El narrador, junto con toda la familia, excepto el padre, se trasladan al campo. El narrador está por cumplir 16 años y su hermana 15, están en plano despertar sexual sin saberlo, pero son del todo inocentes. Viven en una casona vieja llena de pasadizos y rodeados de campesinos y criados.

Primero recuerda los baños que su tía le daba apenas unos meses atrás, de cómo le despertaban la sensualidad al grado de rogarle a la tía que lo masturbara. La tía era una "solterona" de 25 años muy bien conservada y con necesidad de una buena cepillada, así que se dejaba hacer.

La hermana llevaba una relación lesbiana con la criada, más por picazón que por atracción, ambos hermanos son tan cercanos que se muestran sus cuerpos y comienzan a descubrir la excitación. En su nuevo hogar, él encuentra los libros de la biblioteca y junto con la hermana descubre la anatomía, la masturbación y la voluptuosidad.

Un día que una criada embarazada está haciendo su cama, le toma las tetas y comienza a magrearla; ante las quejas de ella, le ofrece dinero y pronto tenemos una de esas divertidas escenas con embarazadas a perrito, manos y bocas por todas las simas y agujeros. Ella le pide guardar el secreto.

Después, el cachondo narrador descubre un pasadizo que da al confesionario de la capilla de la casa, escucha la confesión de un campesino que ha tenido relaciones con una anciana y con una vaca. Escucha que su tía es una virgen con grandes "necesidades vergales" que recurre a la "justicia por propia mano", y escucha a su madre decir que ella es sumisa, y que su padre es autoritario en la cama, que hace marchar a su madre desnuda, que la postra culo al aire y le escarba sus agujeros con gran placer de ambos.

El se excita tanto que va a contar sus nuevas experiencias a su hermana; la encuentra en su primera menstruación, acostada en cama y se la parcha. Aparentemente la criada estaba escondida viéndolos; sale y finge regañarlos, sólo para acompañarlos en sus caricias y darles una azotaina con una vara.

Luego tenemos el desfile de todas las criadas, las pelirrojas de grandes ubres para usar, las que pueden ser observadas en el baño, las anales sorprendidas en un rincón de la escalera y en fin, todas las que quieren recibir un regalito del patrón y a la vez divertirse.

Ya para terminar el relato, le toca asistir a una sesión de los padres, lo que lo excita tanto que lo decide a presentarle los respetos a su tía.

De todo éste frenético despertar, resultan tres embarazos: la tía, la hermana y la criada. De dos patadas resuelve sus problemas en una solución tan cínica como cómica.


Fui hasta mi escritorio y saqué dinero; se lo dí a la mujer, que entretanto había compuesto su desorden. Enseguida, alcé su camisa y esperimenté cierta pena al encontrarme desnudo ante una mujer casada y embarazada.
Agarré la mano carnosa de la regidora y la puse sobre mi miembro. El contacto era exquisito. Ella apretaba con dulzura y luego un poco más fuerte. Yo había empuñado sus pechos, que me atraían. La besé en la boca y ella me dio sus labios con fuerza.
Todo en mí tendía al placer. M puseentre los muslos de la mujer sentada que me dijo:
-Me hace daño por encima, no puedo hacerlo por delante.
Bajó de la cama, se volvió y se curvó el rostro sobre la cama. No agregó palabra, pero mi instinto me dio la clave del enigma. Recordé cómo lo hacían los perros y tomando a Medor como ejemplo, alcé la camisa de Diana, que era el nombre de la regidora.
Todo el culo se me apareció, pero un culo como nunca había soñado. Si el culo de Bertha era hermoso, carecía de importancia junto a éste. Mis dos nalgas juntas no hacían la mitad de una sola de éste culo milagroso, en el que la carne era tan firme, tan blanca, como los pechos y los bellos muslos.
En la hendidura, había algunos pelos rubios y esta abertura dividía perfectamente éste culomaravilloso en dos soberbias nalgas.
Al final de éste culo esplándido, entre los muslos, se dejaba ver un coño grueso y jugoso en el que cosquilleó mi dedo.
Puse mi pecho contra el culo desnudo de la mujer y traté de rodear con mis brazos su vientre inaprensible, que colgaba como un globo majestuoso.
Entonces abracé sus nalgas; dexspués las froté con mi miembro, pero mi curiosidad no estaba aún satisfecha. Abrí las nalgas para inspeccionar el agujero del culo. Estaba en relieve, como el ombligo, y era marrón, pero muy limpio.
Metí mi dedo, pero ella reculó y temí haberle hecho mal. Ya no insistí. Puse mi aguijón ardiente en su coño, como un cuchillo en una barra de mantequilla. Después me moví como un hermoso diablo haciando golpear mi vientre contra el culo elástico.
Eso me puso por completo fuera de mí. Ya no sabía lo que hacía y de este modo llegué al término dela voluptuosidad, eyaculando por primera vez mi semen en el coño de una mujer.
Hubiera querido permanecer en ésta agradable posición tras la descarga, pero la regidora se volvió para cubrirse púdicamente. Mientras ella abotonaba su camisa, escuché el ligero tic-tac, era mi esperma, que escurría desu coño y cayó al suelo. Ella lo esparció con el pié y frotó con su falda entre los muslos para secarse.
Cuando me vió frente a ella con mi cosa medio bamboleante, roja y toda húmeda, sonrió, sacó su pañuelo y limpió cuidadosamente el miembro que la había festejado.
-Vístase ahora, señor Roger- dijo ella - es necesario que me vaya. Pero por el amor del cielo que persona sepa jamás - agregó sonrojada - lo que ha ocurrido entre nosotros; sin eso no lo amaré ya.




Perversógrafo: Sexo vaginal, anal, oral, entre las tetas, con embarazadas, con ancianas, menstruando, lesbianismo,  zoofilia (perros, vacas, cabras, gansos, pichones, gallos), masturbación, seducción, sumisión, flagelación, juguetes sexuales, 69, voyeurismo, escatología, incesto.

Aventuras de un joven Don Juan
Apollinaire Guillaume
Ediciones Coyoacán
2006, 3a ed.
Reino imaginario
ISBN: 970-633-322-3
80 pags.

miércoles, 27 de abril de 2011

Zonas húmedas de Charlotte Roche

Tener almorranas es una cosa, usarlas como pretexto para escribir un libro es otra. Que el libro se convierta en un éxito de ventas es algo muy extraño

Yo no tengo olfato, así que en cierta forma veo con asombro algunas de las actitudes occidentales sobre diversas partes del cuerpo y sus fluidos. Con esto no digo que simpatizo con la falta de higiene de la narradora del libro, sino que comprendo que hay estructuras sociales de aceptación detrás de algunos de nuestros hábitos de higiene y en nuestra educación. Así, en mi cultura una mujer difícilmente aceptaría que le pusieran un moco en su oído, pero aceptaría esmegma dentro de su vagina.

Bueno, pero repito lo que he dicho; mi ignorancia en éste y en casi todos los temas es profunda y enciclopédica (me siento orgulloso de ella y se las comparto)

Dicho esto, comienzo por mencionar que en mi opinión existe una corriente literaria actual en una parte de Europa que crea novelas acerca de jovencitas sexualmente desinhibidas y con una actitud de reto ante el lector porque "naturalizan" lo sórdido. Curiosamente el género lo han identificado como literatura erótica, y se han hecho algunos de los best-sellers más vendidos de los últimos tiempos ( "La vida sexual de Catherine Millet", "Marranadas") Millón y medio de libros vendidos en 25 idiomas no es una bicoca.

Fenómeno aparte, el libro tiene dos cosas por las que "te gancha"; la primera es el divertido carácter de Helen, la narradora, una chica que no llega a los 20 años (mentalmente desequilibrada) cuya manera de llamar la atención ha sido hasta ahora el ir contra las normas de higiene básicas: se come las lagañas, hace sus propios tampones, nunca se lava la cara, se lame su esmegma y se mete huesos de aguacate en la vagina para sentir que ella parió a los arbolitos que siembra. La segunda cosa ya la deben haber adivinado, es el morbo de saber hasta dónde puede llegar la actitud provocadora.

La historia comienza con Helen en el hospital, recuperándose de una operación por una fisura anal que se causó por error con la navaja al estar rasurándose y topar con su horrenda hemorroide. Detrás de la divertida provocación de Helen hay una historia muy triste, historia que apenas se adivina: Helen está sobrellevando el desamor que sus padres (principalmente su padre) tienen por ella, creyendo que si logra hacer que vivan juntos de nuevo todo se arreglará.

Helen se pasa todo el tiempo rememorando su cochina vida, cómo aceptaba ser depilada por un extraño, su consumo de drogas, cómo disfrutaba de su sexualidad abiertamente y sin más tapujos que nunca tener sexo anal sin haberse lavado el colon mas que con amantes con quienes tuviera demasiada confianza.

Si un tío me quiere o está enconado conmigo, esa coliflor no debería tener ninguna importancia. Además, llevo muchos años, desde los quince hasta los dieciocho que tengo ahora, sin que mi hipertrofiada inflorescencia me haya impedido practicar el sexo anal con gran éxito. Gran éxito significa para mí: correrme a pesar de tener la polla metida solamente en el ano y sin que me toquen nada más. Estoy muy orgullosa de ello.
Por otra parte, es la mejor manera de comprobar si un tío me quiere de verdad. Ya en uno de los primeros encuentros le pido mi postura favorita, la del perrito, o sea, a cuatro patas y con la cara hacia abajo, en la que él viene por detrás y busca con la lengua el chochito mientras su nariz se hunde en mi ano. Eso implica un avance pausado y paciente, ya que el ano está cubierto con mi hortaliza. La posición se llama cópula facial. Nadie se me ha quejado todavía.

Helen se tira pedos, usa sus fluidos corporales como fragancia, se come los mocos, se maquilla sobre el maquillaje del día anterior sin lavarse la cara, intercambia tampones usados con sus amigas y los usa, se ha esterilizado en secreto para no tener hijos.

El estilo de escritura es sencillo y directo, sin muchas vueltas; divertido y sucio. Desgraciadamente la novela no tiene mucho tema: Helen está recuperándose, al darse cuenta que está por ser dada de alta y que no ha podido reconciliar a sus padres, se lastima la herida intencionalmente contra la pata de la cama, causándose una horrenda hemorragia que la lleva a la sala de urgencias.

Así, mientras nos cuenta su vida vacía en la que no importa mas que los fluidos y el sexo, se dedica a implicar secretamente a desconocidos en sus cochinadas; embarra sus almorranas en la caja de la pizza, ensucia el hospital y le da a comer a otros sus fluidos sin que lo sepan. Al final, fracasado su plan de reconciliar a sus padres, se enamora de su enfermero y huye con él del hospital.

Humor, ironía y lenguaje soez. Asqueroso, provocador, sórdido, el erotismo llevado al límite del mal gusto.

Cuando veo que voy a tener sexo con alguien aficionado al coito anal, le pregunto si quiere churro con chocolate o sin él. Me explico: a algunos sodomitas les gusta sacar a la luz un poco de caca con la punta de la palanca, ya que el olor a mierda excavada por uno mismo les pone cachondos. Otros prefieren la angostura del ano sin excrementos. A cada cual lo suyo. Para quienes quieren una vía de penetración limpia he pedido en internet, en Cuero & Látex SL, un chisme que se parece a un dildo. Tiene orificios en la punta y está hecho completamente de acero de quirófano (no estoy segura, pero suena bien y tiene pinta de serlo).
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Imagen sacada de aqui
Cuando un tío quiere churro con chocolate, sólo acepto si ya he tenido buen sexo con él un par de veces. Es una gran muestra de amor por mi parte eso del sexo anal sin riego previo, y necesito tener mucha confianza para permitirle a alguien adornar su polla con mi caca. Si no vacío el intestino antes del sexo, sea con el irrigador anal o en el váter, la caca, situada a pocos centímetros de la entrada, está lista para salir. No hay cosa más íntima para mí. Cuando practico esta forma de sexo, toda la habitación huele a mis tripas, o al menos yo huelo mis tripas durante todo el acto. Basta con que el tío la meta brevemente y toque mi caca con su capullo. Si luego la saca y ensayamos otra postura, su polla actúa como un cimbreante arbolito ambientador impregnado del olor de mi caca.

Si quieren mi opinión, en pasadas épocas la infidelidad femenina provocaba escándalo; la picaresca hablaba de cuernos. En otra época era el sexo como tal y la literatura libertina hablaba de sexo. Un tiempo fue la flagelación, o el sexo "de tal o cual sabor", y la literatura daba lo que escandalizaba. Hoy que el sexo por sí mismo ya no escandaliza nos encontramos que el morbo nos viene de la higiene, como si no fuéramos animales que huelen, supuran, sudan, sienten con toda la piel de todo el cuerpo, hasta esas zonas húmedas que nos habla el libro.

Cuando se la pelo a alguien, siempre procuro que quede un poco de esperma en mis manos. Luego rasco el esperma con mis uñas largas y lo dejo que se seque en la zona subungular para luego, en el transcurso del día, sacarlo a mordisquitos, darle vueltas en la boca, masticarlo y tragarlo después de un largo proceso de derretido y saboreo. Así tengo un recuerdo de mi buena pareja folladora, o sea, un caramelo conmemorativo del encuentro sexual. Es un invento del que estoy muy orgullosa.
Lo mismo vale para el esperma que ha ido a parar al chochito. ¡Precisamente no hay que destruirlo con el bidet! Hay que llevarlo con orgullo. Al instituto, por ejemplo. Horas después del sexo, el cálido flujo sale del chochito cual grata sorpresa. 
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Antes se consideraba que era repugnante que un hombre se tirara a una mujer que sangraba. Pero parece que eso ha pasado a la historia. Cuando follo con un chico al que le gusta que esté sangrando, dejamos la cama hecha una marranada a lo gore.
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Cuando tengo la regla, también me encanta que me lo chupen. De hecho, es una especie de prueba de fuego para él. Después de terminar, levanta la cabeza y me mira con la boca pringada, y yo le doy un beso para que los dos parezcamos un par de lobos que acaban de cepillarse un venado.
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Cuando chupo una polla y quiero que se me corra en la boca, tengo que controlar muchísimo para que no me dispare la leche en la campanilla. Entonces vomito enseguida. Ya me ha pasado. Y es que por orgullo me empeño en meterme la polla bien dentro de la garganta para que sea una gozada también para la vista. Quiero parecer una tragasables. Pero he de estar muy pendiente de la campanilla, que estorba un montón. Así que el escenario de la corrida tiene que estar al lado.

Si es erotismo o no, no soy quién para decirlo, a mí me hizo reir, pensar y me ganchó la lectura....pero tampoco es para un premio Nobel. Leo que en Alemania Charlotte Roche tiene furiosos defensores y furiosos detractores....no creo que la lectura de para tanto.



Perversógrafo: sexo vaginal, anal, oral, hemorriodes, pedos, escatología, juguetes sexuales, masturbación, depilado, menstruación, beso negro, pedos, lesbianismo, masaje de próstata.


Zonas Húmedas
Charlotte Roche
Editorial Anagrama
2010, España
ISBN: 9788433973962
208 págs.

lunes, 25 de abril de 2011

Perversiones, Breve catálogo de parafilias ilustradas

Es muy de agradecer que los amigos de Editorial Vagamundos hayan puesto a disposición de los internautas una probadita de  éste libro tan ... singular.




Por lo que alcanzo a leer, son cuentos algo siniestros, acompañados de ilustraciones muy cuidadas de grandes artistas de lo raro y lo atípico. Los cuentos tienen su dosis de sexo, unos de manera más oculta y otros más abiertamente.

El único "pero" que le pongo es que los títulos de los cuentos no incluyen el nombre de la parafilia a la que hacen referencia, hubiera sido un detalle (algo así como los títulos de La tremenda corte, que eran interesantes ya por sí solos) Pero no hagan mucho caso a mis frustradas expectativas, lean y háganse una idea.

Para los que viven en la Madre Patria, por allí en la página de la editorial viene el listado por localidad de dónde conseguir el libro. Para los que no.......bueno, seguiremos esperando el servicio de entrega a domicilio (Soñar no cuesta)

domingo, 24 de abril de 2011

Coños de Juan Manuel de Prada

Parece ser que el autor de éste libro no es el bicho más popular en su país. He escuchado y leido bastantes comentarios que lo describen unánimemente como un pendejo. Yo tengo el enorme gusto y placer de no conocerlo.

Yo no se si sea un pendejo o si sólo son posturas políticas, lo que sé es que Juan Manuel de Prada es un virtuoso de la literatura de entrepierna. En serio, en serio (iba a poner otro en serio, pero creo que ya captaron).

Coños es un libro con una serie de ensayos cortos, es un libro que describe decenas de "coños", o mas bien, que describe a las mujeres en relación a sus coños.

Con títulos como "El coño de las vígenes", "el coño de las violonchelistas", "el coño de la tenista"; Todas las clases de mujer, todas las actividades; los coños definen a la mujer o la mujer define a su coño. Cuentos, alabanzas y rarezas.

Este libro está supuestamente inspirado en el libro "senos" de Ramón Gómez de la Serna, libro que aún no localizo, pero que por los fragmentos que he leido, guarda bastante similitud.

Coños fue escrito en edicion no venal en 1994, reimpreso por Valdemar en 1995. Coños es una delicia de libro, me recuerda un poco Kurt de Pedro da Silva, es un libro interesante de leer; es una exaltación de la mujer hecha por un hombre que las admira, a pesar del tono misógino que a veces toman los textos.

Como cosa curiosa, a medida que avanzan los textos, las historias se hacen más extrañas y surrealistas; también se hacen más cómicas.


El coño de las momias
Forrest Madison, el célebre egiptólogo, me cuenta sus idilios con Nefertiti, mientras le pongo la camisa de fuerza. Llevo muchos años trabajando de enfermero en este manicomio, repartiendo hostias a esos locos furiosos que se me quieren subir a las barbas, o dándoles palmaditas de ánimo a esos otros locos dóciles que me creen una especie de dios, pero nunca me había topado con un caso de tan disparatada locura.
Forrest Madison, el célebre egiptólogo, se ha tragado toda la arena de los desiertos de Egipto; semejante empacho ha debido, sin duda, obturarle el raciocinio. Forrest Madison se cubre la cabeza con un sombrero salacot, y viste con chaqueta de lino y pantalón caqui, como un egiptólogo de tebeo. Jura y perjura haber mantenido relaciones carnales con la momia de Nefertiti (o Nefertari, no estoy muy versado en dinastías egipcias), a la que descubrió en una especie de mausoleo o mastaba, próximo a la presa de Asuán. La momia de Nefertiti (recojo por escrito las confidencias de Forrest Madison) se hallaba en buen estado de conservación, bien abrigada de vendas y bálsamos, con las manos entrelazadas a la altura del pecho y las piernas juntitas. La momia de Nefertari, cuya belleza triunfaba sobre la erosión de los siglos y el acarreo de arenas, reposaba en un sarcófago antropomorfo con incrustaciones de lapislázuli e inscripciones jeroglíficas que detallaban su ascendencia. La momia de Nefertiti, una vez apartadas las vendas y espolvoreada de DDT (en las tumbas egipcias hay polillas y piojos y cucarachas), se mostró bellísima y con un cutis que para sí quisieran muchas quinceañeras. Increíblemente, tenía todas las vísceras intactas (también el hígado, que se corrompe con facilidad, y el intestino grueso), en contra de lo que ocurre con el común de las momias. Forrest Madison sostiene que este sistema de embalsamamiento, desconocido hasta entonces para los egiptólogos, pudo ser introducido por inteligencias cósmicas, bien mediante magisterio físico, bien mediante instrucciones emitidas desde otra galaxia. Este sistema de momificación, aparte de otras ventajas sobre el tradicional, mantiene la secreción de las glándulas salivales y preserva la humedad de los labios, tanto los de la boca como los del coño. El coño de Nefertari tenía unas excoriaciones típicas de la mujer violada después de muerta (los sacerdotes egipcios, que hacían promesa de celibato, llegaron a desarrollar una curiosa fijación necrófila).
Forrest Madison, que, aunque no había hecho promesa de celibato, llevaba varios meses sin jalarse un rosco, aprovechaba esas horas de cansancio irremisible que preceden al amanecer, cuando sus ayudantes caían derrengados, para fornicar con la momia de Nefertiti. El coño de la momia, me cuenta Forrest Madison, era crujiente como un hojaldre, y había que penetrarlo con delicadeza, para que no se desmoronase. Pese a que los primeros coitos resultaron un tanto abruptos (las paredes de la vagina raspaban como un estropajo), Forrest Madison fue perfeccionando su técnica, hasta obtener unos rendimientos aceptables.
El coño de la momia, convenientemente lubricado de aceite o esperma, parecía esponjarse y abrir sus compuertas. Forrest Madison, el célebre egiptólogo, se tendía sobre la momia, o se hacía un huequecito dentro del sarcófago, aquel tálamo mortuorio, y se beneficiaba a la difunta Nefertari a pesar de los milenios que los separaban (la momia no jadeaba, por supuesto, pero sustituía los jadeos por crujiditos), como quien se come un solomillo de mamut congelado. El coño de la momia, por cierto, estaba circunciso (quizá los sacerdotes le hubiesen extirpado el clíroris porque así lo ordenase el ritual), de modo que Nefertiti no creo que disfrutase mucho, suponiendo que el placer trascienda las barreras temporales.
Forrest Madison, el célebre egiptólogo, me cuenta esta historia inverosímil con una seriedad llena de pausas y carraspeos. No sé si pegarle un par de hostias, aprovechando que nadie me ve.




El coño de las filipinas
Las muchachas filipinas entran en nuestras casas como criadas de poca monta, y terminan gobernando nuestros destinos.
Son muchachas eficientes, melifluas, respetuosas de la cofia y el delantal, que nos cautivan con su sonrisa de japonesas apócrifas y sus cejas afinadas como lombrices. La primera vez que las sorprendemos agachadas, sacándole brillo al parqué, o barriendo el tamo que hay debajo de las camas, no podemos resistimos al panorama de sus bragas, al mapamundi oriental de sus muslos, y les damos una palmadita que a ellas las ruboriza y a nosotros nos hace sentir culpables, como señores feudales con derecho de pernada. La segunda vez, sin embargo, ya no nos limitamos a incurrir en ese mismo desliz (venial, a fin de cuentas), sino que, saltándonos las fronteras entre razas y estamentas sociales, las poseemos sobre el parqué (o, en todo caso, sobre el tamo que hay debajo de las camas, lo cual hace más cómoda la posesión), y quedamos ya para siempre prendados de su sabiduría erótica. El coño de las filipinas, fino y estilizado como un búcaro de alabastro, es un coño pueril, obcecado en sus orgasmos, apenas practicable, sobre el que reincidimos una y otra vez, con esa machaconería de quien se viste una prenda que le queda estrecha. El coño de las filipinas, ese bibelot de porcelana rosa, nos hace un poco de daño en el glande, y esto lo aproxima al esfínter anal de las africanas, que es un esfínter menos expedito que el de las europeas (pero sobre culos hablaré en otro libro, para cobrar por partida doble). El coño de las criadas filipinas nos obsesiona, ofusca y sorprende, igual que nos ofuscan, obsesionan y sorprenden sus manos de meretriz pequeña, sus pómulos salientes y esa boca que tritura las palabras antes de emitirlas, esa boquita filipina que parece un coño suplementario.
Nos enamoramos de las criadas filipinas, las liberamos de la cofia, las llevamos a los altares, y luego nos dejan por un ministro jubilado o un cantante de baladas cursis. ¡Ingratas!

No agrego nada más, disfruten.


Perversógrafo: sexo vaginal, oral, masturbación, contorsionistas, zoofilia, necrofilia, voyeurismo, dominación, sexo extraño.



Coños
Juan Manuel de Prada
Ed. Valdemar
2005
ISBN: 8477024499
229 pags.


miércoles, 20 de abril de 2011

El cantar de los cantares de Salomón

El cantar de los cantares, atribuido a Salomón es una secuencia de versos eróticos hebreos que han sido conservados en el cánon judío y cristiano a través de la Biblia. Hasta aquí los hechos.

Por su antigüedad, es difícil tener muchas más certezas. No es posible fecharlo con precisión; tradicionalmente su escritura ha sido atribuida al rey Salomón (Siglo X A.C.), pero eso se debe sólo al nombre del amado en el poema. En realidad el estilo del trabajo hace que carezca de referencias históricas, siendo un libro puramente erótico-romántico.

Por el lenguaje y la estructura del verso, no puede decirse que sea anterior al siglo IV A.C. Aún así se nos presentan problemas al compararlo con la poesía hebrea (erótica o no), ya que "El cantar de los cantares" posee una libertad de estilo única, además de que pone en un plan igualitario al hombre y a la mujer, lo que dificulta más fecharlo contra el pensamiento de alguna época.

El estilo del verso es muy bello, y afortunadamente para los lectores me declaro incompetente para escribir al respecto. Tampoco puedo interpretar si se trata de un poema literal o alegórico. Los teólogos han discutido por cientos de años el sentido alegórico de "El cantar de los cantares", siendo una interpretación que se trata de el amor de Dios por su pueblo o de Cristo por su Iglesia. Como poema erótico yo prefiero la interpretación literal: Dos jóvenes no casados expresan su deseo mutuo.

Los versos alternan en primera persona la voz masculina y la femenina, con algunos coros masculinos y femeninos aquí y allá. Se me ocurre que pudiera tratarse de un canto de esponsales. No hay narrativa, no hay historia de fondo; es un poema lírico lleno de peligrosas parábolas:

La humedad y el aroma como figura poética de los organos sexuales...

- Mientras el rey se halla en su diván, mi nardo exhala su fragancia.
...
Antes que sople la brisa del día, y se huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, a la colina del incienso.


El huerto cerrado como la virginidad intacta, las frutas que equivalen a las zonas erógenas...

Ya he entrado en mi huerto, hermana mía, novia; he tomado mi mirra con mi bálsamo, he comido mi miel con mi panal, he bebido mi vino con mi leche. ¡Comed, amigos, bebed, oh queridos, embriagaos!
Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡La voz de mi amado que llama!: "¡Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, mi perfecta! Que mi cabeza está cubierta de rocío y mis bucles del relente de la noche."
...
¡Mi amado metió la mano por la hendedura; y por él se estremecieron mis entrañas.
Me levanté para abrir a mi amado, y mis manos destilaron mirra, mirra fluida mis dedos, en el pestillo de la cerradura.
...
Tu talle se parece a la palmera, tus pechos, a los racimos.
Me dije: Subiré a la palmera, recogeré sus frutos.

Y cosas mucho más calientes; el vino equivale a la sangre menstrual de la diosa, sangre que sólo pertenece al rey o a la divinidad. Desde ese punto de vista el amado es un dios o un rey para la amada. Elle le ofrece su vulva para chupar sus fluidos, ella es el sacrificio (la granada simboliza los genitales femeninos).

De mañana iremos a las viñas; veremos si la vid está en cierne, si las yemas se abren, y si florecen los granados. Allí te entregaré el don de mis amores.
...
¡Ah, si fueras tú un hermano mío, amamantado a los pechos de mi madre! Podría besarte, al encontrarte afuera, sin que me despreciaran.
Te llevaría, te introduciría en la casa de mi madre, y tú me enseñarías. Te daría a beber vino aromado, el licor de mis granadas.

Los versos le dan un trato igualitario a ambos amantes, no haciendo diferencia en roles de género en la naturaleza erótica de hombre y mujer. Ambos cuerpos se asocian a la belleza, no sólo el femenino. Ambos amantes son descritos en términos de poder y fortaleza, no sólo el hombre.

En los versos se describe el cuerpo, y se expresa el deseo sexual, es una celebración positiva de los placeres del amor erótico dentro del matrimonio. El poema, como un acto sexual,  es un crescendo que trata de dos amantes, Salomón y Sulamita, que han sido separados, que se buscan y cantan su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la  esperanza de volver a estar juntos (El amor siempre triunfa)

Curiosamente en éste libro de la Biblia, nunca se menciona a Dios.

Cantar de los cantares, de Salomón.
¡Que me bese con los besos de su boca! Mejores son que el vino tus amores;
mejores al olfato tus perfumes; ungüento derramado es tu nombre, por eso te aman las doncellas.
Llévame en pos de ti: ¡Corramos! El Rey me ha introducido en sus mansiones; por ti exultaremos y nos alegraremos. Evocaremos tus amores más que el vino; ¡con qué razón eres amado!
Negra soy, pero graciosa, hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar, como los pabellones de Salmá.
No os fijéis en que estoy morena: es que el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; me pusieron a guardar las viñas, ¡mi propia viña no la había guardado!
Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a sestear a mediodía, para que no ande yo como errante tras los rebaños de tus compañeros.
Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores.
A mi yegua, entre los carros de Faraón, yo te comparo, amada mía.
Graciosas son tus mejillas entre los zarcillos, y tu cuello entre los collares.
Zarcillos de oro haremos para ti, con cuentas de plata.
- Mientras el rey se halla en su diván, mi nardo exhala su fragancia.
Bolsita de mirra es mi amado para mí, que reposa entre mis pechos.
Racimo de alheña es mi amado para mí, en las viñas de Engadí.
- ¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! ¡Palomas son tus ojos!
- ¡Qué hermoso eres, amado mío, qué delicioso! Puro verdor es nuestro lecho.
- Las vigas de nuestra casa son de cedro, nuestros artesonados, de ciprés.


 Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles.
- Como el lirio entre los cardos, así mi amada entre las mozas.
- Como el manzano entre los árboles silvestres, así mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al paladar.
Me ha llevado a la bodega, y el pendón que enarbola sobre mí es Amor.
Confortadme con pasteles de pasas, con manzanas reanimadme, que enferma estoy de amor.
Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza.
- Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca.
¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes, brincando por los collados.
Semejante es mi amado a una gacela, o un joven cervatillo. Vedle ya que se para detrás de nuestra cerca, mira por las ventanas, atisba por las rejas.
Empieza a hablar mi amado, y me dice: "Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente.
Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido.
Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra.
Echa la higuera sus yemas, y las viñas en cierne exhalan su fragancia. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente!
Paloma mía, en las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante."
Cazadnos las raposas, las pequeñas raposas que devastan las viñas, pues nuestras viñas están en flor.
Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado: él pastorea entre los lirios.
Antes que sople la brisa del día y se huyan las sombras, vuelve, sé semejante, amado mío, a una gacela o a un joven cervatillo por los montes de Béter.


En mi lecho, por las noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé.
Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé.
Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: "¿Habéis visto al amor de mi alma?"
Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.
Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca.
¿Qué es eso que sube del desierto, cual columna de humo sahumado de mirra y de incienso, de todo polvo de aromas exóticos?
Ved la litera de Salomón. Sesenta valientes en torno a ella, la flor de los valientes de Israel:
todos diestros en la espada, veteranos en la guerra. Cada uno lleva su espada al cinto, por las alarmas de la noche.
El rey Salomón se ha hecho un palanquín de madera del Líbano.
Ha hecho de plata sus columnas, de oro su respaldo, de púrpura su asiento; su interior, tapizado de amor por las hijas de Jerusalén.
Salid a contemplar, hijas de Sión, a Salomón el rey, con la diadema con que le coronó su madre el día de sus bodas, el día del gozo de su corazón.


¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena, cual rebaño de cabras, que ondulan por el monte Galaad.
Tus dientes, un rebaño de ovejas de esquileo que salen de bañarse: todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril.
Tus labios, una cinta de escarlata, tu hablar, encantador. Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo.
Tu cuello, la torre de David, erigida para trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses de valientes.
Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela, que pacen entre lirios.
Antes que sople la brisa del día, y se huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, a la colina del incienso.
¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti!
Ven del Líbano, novia mía, ven del Líbano, vente. Otea desde la cumbre del Amaná, desde la cumbre del Sanir y del Hermón, desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos.
Me robaste el corazón, hermana mía, novia, me robaste el corazón con una mirada tuya, con una vuelta de tu collar.
¡Qué hermosos tus amores, hermosa mía, novia! ¡Qué sabrosos tus amores! ¡más que el vino! ¡Y la fragancia de tus perfumes, más que todos los bálsamos!
Miel virgen destilan tus labios, novia mía. Hay miel y leche debajo de tu lengua; y la fragancia de tus vestidos, como la fragancia del Líbano.
Huerto eres cerrado, hermana mía, novia, huerto cerrado, fuente sellada.
Tus brotes, un paraíso de granados, con frutos exquisitos:
nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso, mirra y áloe, con los mejores bálsamos.
¡Fuente de los huertos, pozo de aguas vivas, corrientes que del Líbano fluyen!
¡Levántate, cierzo, ábrego, ven! ¡Soplad en mi huerto, que exhale sus aromas! ¡Entre mi amado en su huerto y coma sus frutos exquisitos!




Ya he entrado en mi huerto, hermana mía, novia; he tomado mi mirra con mi bálsamo, he comido mi miel con mi panal, he bebido mi vino con mi leche. ¡Comed, amigos, bebed, oh queridos, embriagaos!
Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡La voz de mi amado que llama!: "¡Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, mi perfecta! Que mi cabeza está cubierta de rocío y mis bucles del relente de la noche."
- "Me he quitado mi túnica, ¿cómo ponérmela de nuevo? He lavado mis pies, ¿cómo volver a mancharlos?"
¡Mi amado metió la mano por la hendedura; y por él se estremecieron mis entrañas.
Me levanté para abrir a mi amado, y mis manos destilaron mirra, mirra fluida mis dedos, en el pestillo de la cerradura.
Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido de largo. El alma se me salió a su huida. Le busqué y no le hallé, le llamé, y no me respondió.
Me encontraron los centinelas, los que hacen la ronda en la ciudad. Me golpearon, me hirieron, me quitaron de encima mi chal los guardias de las murallas.
Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, ¿qué le habéis de anunciar? Que enferma estoy de amor.
¿Qué distingue a tu amado de los otros, oh la más bella de las mujeres? ¿Qué distingue a tu amado de los otros, para que así nos conjures?
Mi amado es fúlgido y rubio, distinguido entre diez mil.
Su cabeza es oro, oro puro; sus guedejas, racimos de palmera, negras como el cuervo.
Sus ojos como palomas junto a arroyos de agua, bañándose en leche, posadas junto a un estanque.
Sus mejillas, eras de balsameras, macizos de perfumes. Sus labios son lirios que destilan mirra fluida.
Sus manos, aros de oro, engastados de piedras de Tarsis. Su vientre, de pulido marfil, recubierto de zafiros.
Sus piernas, columnas de alabastro, asentadas en basas de oro puro. Su porte es como el Líbano, esbelto cual los cedros.
Su paladar, dulcísimo, y todo él, un encanto. Así es mi amado, así mi amigo, hijas de Jerusalén.




¿A dónde se fue tu amado, oh la más bella de las mujeres? ¿A dónde tu amado se volvió, para que contigo le busquemos?
Mi amado ha bajado a su huerto, a las eras de balsameras, a apacentar en los huertos, y recoger lirios.
Yo soy para mi amado y mi amado es para mí: él pastorea entre los lirios.
Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá, encantadora, como Jerusalén, imponente como batallones.
Retira de mí tus ojos, que me subyugan. Tu melena cual rebaño de cabras que ondulan por el monte Galaad.
Tus dientes, un rebaño de ovejas, que salen de bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril.
Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo.
Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, (e innumerables las doncellas).
Única es mi paloma, mi perfecta. Ella, la única de su madre, la preferida de la que la engendró. Las doncellas que la ven la felicitan, reinas y concubinas la elogian:
"¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella como la luna, refulgente como el sol, imponente como batallones?"
Al nogueral había yo bajado para ver la floración del valle, a ver si la vid estaba en cierne, y si florecían los granados.
¡Sin saberlo, mi deseo me puso en los carros de Aminadib!


¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos! ¿Por qué miráis a la Sulamita, como en una danza de dos coros?
¡Qué lindos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Las curvas de tus caderas son como collares, obra de manos de artista.
Tu ombligo es un ánfora redonda, donde no falta el vino. Tu vientre, un montón de trigo, de lirios rodeado.
Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela.
Tu cuello, como torre de marfil. Tus ojos, las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de Bat Rabbim. Tu nariz, como la torre del Líbano, centinela que mira hacia Damasco.
Tu cabeza sobre ti, como el Carmelo, y tu melena, como la púrpura; ¡un rey en esas trenzas está preso!
¡Qué bella eres, qué encantadora, oh amor, oh delicias!
Tu talle se parece a la palmera, tus pechos, a los racimos.
Me dije: Subiré a la palmera, recogeré sus frutos. ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, el perfume de tu aliento como el de las manzanas,
tu paladar como vino generoso! El va derecho hacia mi amado, como fluye en los labios de los que dormitan.
Yo soy para mi amado, y hacia mí tiende su deseo.
¡Oh, ven, amado mío, salgamos al campo! Pasaremos la noche en las aldeas.
De mañana iremos a las viñas; veremos si la vid está en cierne, si las yemas se abren, y si florecen los granados. Allí te entregaré el don de mis amores.
Las mandrágoras exhalan su fragancia. A nuestras puertas hay toda suerte de frutos exquisitos. Los nuevos, igual que los añejos, los he guardado, amado mío, para ti.


¡Ah, si fueras tú un hermano mío, amamantado a los pechos de mi madre! Podría besarte, al encontrarte afuera, sin que me despreciaran.
Te llevaría, te introduciría en la casa de mi madre, y tú me enseñarías. Te daría a beber vino aromado, el licor de mis granadas.
Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza.
Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca.
¿Quién es ésta que sube del desierto, apoyada en su amado? Debajo del manzano te desperté, allí donde te concibió tu madre, donde concibió la que te dio a luz.
Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo. Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el seol la pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh.
Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo. Si alguien ofreciera todos los haberes de su casa por el amor, se granjearía desprecio.
Tenemos una hermana pequeña: no tiene pechos todavía. ¿Qué haremos con nuestra hermana el día que se hable de ella?
- Si es una muralla, construiremos sobre ella almenas de plata si es una puerta, apoyaremos contra ella barras de cedro.
- Yo soy una muralla, y mis pechos, como torres. Así soy a sus ojos como quien ha hallado la paz.
Salomón tenía una viña en Baal Hamón. Encomendó la viña a los guardas, y cada uno le traía por sus frutos mil siclos de plata.
Mi viña, la mía, está ante mí; los mil siclos para ti, Salomón; y doscientos para los guardas de su fruto.
¡Oh tú, que moras en los huertos, mis compañeros prestan oído a tu voz: ¡deja que la oiga!
¡Huye, amado mío, sé como la gacela o el joven cervatillo, por los montes de las balsameras!




Perversógrafo: Sexo vaginal y oral, virginidad, deseo.

lunes, 18 de abril de 2011

Etcétera, etcétera, etcétera

Nada original hoy......tampoco nada muy erótico.

Del Libro de los problemas de Aristóteles,  les copio un extracto de una columna que Héctor Aguilar Camín publica la semana pasada:


Pregunta:¿Por qué los seres vivos usan la cópula carnal? Respuesta: Porque es natural en ellos hacer su gusto.


P. ¿Qué es la cópula carnal? R. Es la acción mutua de la hembra y el macho con los instrumentos hechos para el propósito de propagar su especie.


P. ¿Por qué esta acción es buena en quienes la usan regulada y moderadamente? R. Porque aligera el cuerpo, aclara la mente, conforta los sentidos, y dispersa la melancolía.


P. ¿Por qué es dañina la cópula carnal inmoderada? R. Porque daña la vista, drena el cuerpo, lesiona el cerebro, a menudo causa fiebres y también acorta la vida.


P. ¿Por qué la cópula carnal lesiona a los hombres coléricos o melancólicos, especialmente a los flacos? R. Porque seca mucho los huesos que ya lo son por naturaleza. Por el contrario, es buena para el flemático y para el sanguíneo, porque en ellos abunda la sustancia que por naturaleza debe expulsarse.


P. ¿Por qué no debe practicarse con el cuerpo lleno? R. Porque detiene la digestión; y no es buena tampoco para el estómago vacío, porque debilita.


P. ¿Por qué no es buena después del baño? R. Porque entonces los poros están abiertos, y el calor dispersado por el cuerpo: después del baño el cuerpo se enfría mucho.


P. ¿Por qué no es buena luego de vómitos o diarreas? R. Porque es peligroso purgarse dos veces al día.


P. ¿Por qué hay tanto placer en el acto venéreo? R. Porque este acto es tan despreciable en sí mismo, que todas las criaturas lo repudiarían si no fuera por el placer que da; y la naturaleza lo usa para que los seres vivientes se mantengan vivos.


P. ¿Por qué quienes copulan a menudo tienen menos placer que los que lo hacen poco? R. 1. Porque los canales de paso de la semilla son largos y anchos, y es el paso lo que causa el placer. 2. Si no hay mucha semilla acumulada hay menos paso y menos placer.


Y si se me ponen locos, les receto el reglamento de Policía y Buen Gobierno de mi ciudad:

He recibido un correo de parte de la colonia donde vivo que me ha traído buenos recuerdos:

"...Hemos recibido quejas y comentarios que invitados a fiestas o reuniones cercanos a los parques se han comportado de una manera inadecuada: parejitas no solo de jovencitos sino también de adultos que realizan actos indecorosos utilizando las bancas de los parques."

Reglamento de la policía y Buen Gobierno
ARTICULO 19:
SON INFRACCIONES a la Moral y Buenas Costumbres:


VII. Realizar actos inmorales dentro de vehículos en la vía pública y lugares públicos.


VIII. Sostener relaciones sexuales o actos de exhibicionismo obsceno en la vía o lugares públicos,
áreas verdes, terrenos baldíos, centros de espectáculos y sitios análogos.

Por cierto........no dice nada de observar a las parejitas......tendré que salir al parque cuando haya fiestas.

Es "semana mayor", habrá poca cochinada en éste blog. Pero pasando ésta semana de hueva "no respondo chipote con sangre".

Pórtense bien que los voy a estar viendo.

sábado, 16 de abril de 2011

Los amantes de Pierre Bisiou

Me quedo sorprendido que en modernas épocas aún puedan hacerse best-sellers de una simple fantasía erótica......por muy bien escrita que esté. Uno pensaría que necesitas un poco más de tema para un éxito de librería que el típico "el le soba, ella se deja, él se la mete, salen de la tina, ella se inclina, el eyacula," etc.

"Los amantes" es un libro de chaca-chaca-chaca-chachaca, fuertemente basado en la fantasía, el momento romántico, el besito y sobre todo el sexo anal.

El texto sigue la voz de un narrador varón platicando con su amada. El es un hombre experimentado que gusta de la sodomía activa. Ella es una mujer muy joven, pasiva, casi objeto, que se somete y se deja amar.

Entre encuentros eróticos, memorias de viejas amantes y fantasías sexuales transcurren los capítulos sin ir a ningún lado, sólo el presente.

Empujas con toda tu fuerza contra mí, nos esforzamos para cuadrar nuestros ritmos. Te envergo con largas y tranquilas embestidas que irradian por toda tu pelvis, minada desde arriba. Es muy sano y bueno hasta la locura. Así hasta que al cabo de un tiempo la estrechez de la bañera nos sugiere un cambio de posición.

Saco mi polla, que agito en el agua jabonosa.
Te doy la vuelta en el agua, caliente, perfumada, calma. Te hundes en ella hasta no dejar más que tu carita luminosa en la superficie y tus piernas bien separadas a un lado y otro de la bañera. Yo me yergo entre ti, de rodillas, mi verga en posición de firmes debajo del agua, y no dejo de manipularla lentamente, sonriendo al verte tan hermosa. Y tú también te masturbas, solo en el bello botón, tú también, lenta y apacible, dejando que tu culo vuelva a cerrarse blandamente, haciendo esclusa sin tragar agua, esperando la continuación, incluso reclamando la continuación:
—Tengo ganas, ven, agárrame pronto, tengo ganas, mis nalgas... —dices inclinándote hacia mí.

Hay fantasías:

—Ella te lubrica el coño con sus besos húmedos. Tienes ganas de un dedo, pero no te atreves a pedirlo. Tienes ganas también de que todo se detenga, de estar besándote con ella toda la noche allí, en la habitación señorial, pues acabas de enamorarte de esa pelirroja recubierta de encajes y lacitos preciosos.

»Pero se aparta, pues los hombres entran en la sala. Detrás de ti, sientes como vuelve a coger la correa anudada alrededor de tu cuello.
...
—Los hombres ocupan su puesto. Como en una película porno afectada, visten de frac, de traje, pero a menudo, por la bragueta desabrochada, cuelga una verga blanda y enorme. Algunos llevan antifaz. Las asistentes, en corsé, dirigen tus miembros con las cadenitas: quieren que tengas la cabeza muy inclinada, las piernas en M, las manos a lo largo del cuerpo, agarradas firmemente al relieve de la poltrona. Todo con elegancia.
»Entra un tipo que no toma asiento, sino que se dirige derecho hacia ti, detrás de ti, empalmado como un asno, ¡y hunde directamente el rabo en tu boca! Te ahogas, mi novicia, te ahogas pero no por mucho tiempo. Has tomado lecciones. Transfieres el aliento de la boca a la nariz, abres mucho la garganta. La saca, apartado por la guía. Ella te babea la boca con una especie de miel, se retira, vuelve a colocar al hombre, lo empuja por las nalgas y en ese mismo instante sientes cómo alcanza tu campanilla. Te satura con su polla enorme.


Y hay presunciones de viejos amantes:

—¿Tienes buenos recuerdos? ¡Cuéntamelo todo!

—Tenía una amiga a la que lo que más le gustaba era que le lamieran el culo. Lo pedía sin cesar. La polla era demasiado para ella, pero lo que es la lengua, la reclamaba a menudo. Ya te he hablado de ella, Marine.
—¡Qué cerda, esa chica! ¿Y luego quién más?
—Pauline. ¿Sabes? Quería que yo la azotara mientras...
....
—Había una, la pequeña Ludivine, que gritaba indecencias.
—¿De verdad?
—Sí. Sobre todo cosas del estilo: «Perfórame el culo, hazme daño, ¡destrípame!», pero no habría soportado la menor rudeza, ¿eh? Era un poco como tú, la excitaban las palabras
—¿La querías?
—No, no lo sé, era muy rara. Un poco agobiante.
—¿Qué hacía?
—Además le gustaba que le meara encima.
...
—¿Y qué más hacía?
—Se masturbaba el ano debajo de la ducha, decía. Nunca supe si era verdad o no.
...
—¿Te he hablado ya de mi Ondine?
—Ya no lo sé, ¿quién era?
—La de Estrasburgo.
—Esa me suena, ¿y...?
—Hacía una cosa muy loca con su culo: follábamos de formas muy corrientes, pero cuando teníamos que separarnos (cada uno estudiaba en un sitio), por la mañana, antes de irse, me pedía que la enculara muy deprisa, el tiempo justo de que el petardo se corriera y, hop, se iba. ¡Daba para dos o tres sacudidas, nada más!
—Bah, ¿y cómo hacía luego para...? Ay, a mí no me gustaría...
—Me importa un bledo; ahora lo que tengo es ganas de metértela otra vez...
Hemos hablado tanto, ella se ha acariciado tanto, que ya no puedo más; ella lo presiente y se da la vuelta ofreciendo su trasero adorable a mi concupiscencia y su ojo marchito a mi glande. Es una anfitriona delicada.
La ensarto de un golpe. ¡Está blanda como una miga golosa!
...
Sin embargo, recuerdo que me contó varios delirios sexuales extremos que corrían en ciertos back-rooms del ambiente. Era cuestión de establecer récords fabulosos , fist-fucking, arm-fucking, foot-fucking y, con esplendores de gran guiñol, ¡la loca esperanza de un amante homo que buscaba una pareja mítica y una solución práctica para un último y apocalíptico head-fucking!
Hay que aceptarlo: nosotros, los heterosexuales, éramos como niños. Mejor no digo esta boca es mía.

Si preguntan mi opinión, es pornografía bien escrita, va directo a los genitales y se repite todo el tiempo. Como la narración no va a ningún lado, la historia pudo haberse escrito en tres capítulos y hubiera tenido la misma relevancia.

Y ya......la verdad no hay mucho qué decir, es una novela se sexo puro y duro, muy enfocada al público femenino en el tratamiento del romance; muy enfocada al público masculino por la sordidez de las descripciones del sexo anal.

Bien, para regalar a un amante que no quiere descruzar las piernas.




Perversógrafo: Sexo oral, vaginal, anal, homosexual, en el baño, en público, extremo, fantasías, juguetes sexuales, pornografía, masturbación, promiscuidad, virginidad, sometimiento, masajes, beso negro, sumision, irrumación.

Los amantes
Pierre Bisiou
Alfaguara, Debolsillo
2010
ISBN: 978-84-9908-302-5
178 pags

martes, 12 de abril de 2011

Joaquín López Barbadillo, leyenda del erotismo en castellano

<<-- Allá está el texto
Que el editor y empresario Joaquín López Barbadillo (1874-1922) no nos impresione; por muy decente que suene su obra y por muy grande que sea su aportación a la literatura en España, se trata de un hombre de carne y hueso quien desde joven dilapidó su fortuna y se dio al libertinaje. Por un tiempo se dedicó a la redacción en un periódico, cronista, aficionado a los toros; escribió obras de teatro y poesía.

Parece haber llevado una vida cerca de las imprentas, pero estaba destinado a vuelos más altos (ya bájale zonzo). La última parte de su vida la pudo dedicar a su obra maestra y pasión. Tenía afición al coleccionismo de libros "raros y exquisitos" (eróticos pues), que aparentemente no escaseaban en su biblioteca personal; así que gracias a su conocimiento de idiomas, a su notable biblioteca y a su interés por la cochinada, amén de su gusto por la impresión; inventó lo que hoy es una  institución entre las editoriales españolas: La colección de erotismo.

A principios del sigo XX, comienza por editar un par de obras bajo el título de "Colección clásica de obras picarescas"; en 1907 publica "La hija de la Celestina", una novela pícara escrita por el tatara-tatara-tatara, etc de Barbadillo. Al año siguiente, en 1908; publica "La comedia del herrador", del gran Pietro Aretino, traducida por él mismo.

Sospecho que esas ediciones fueron sólo la prueba de lo que sería la empresa que lo inmortalizaría. Sospecho también que era una manera de medir qué tan complejo sería evadir la censura.

Entre 1914 y 1924, Joaquín López Barbadillo publica veinte volumenes en pequeñas tiradas de 300 ejemplares (50 numerados). La censura la evade (no siempre con éxito) alegando que eran traducciones e impresiones privadas, bajo suscripción para bibliófilos y prácticamente como un pasatiempo entre sus amigos.

En realidad yo he visto tantos volumenes en venta, que sospecho que las tiradas eran más grandes. En mi opinión, la "Colección biblioteca de López Barbadillo y sus amigos" tuvo la importancia que 50 años después tendría la colección "La sonrisa vertical".

Antes de su colección, no hay antecedentes en castellano. Como referentes seguramente tomó la colección de la "Erotika Biblion Society" o el "Musée Secret du Bibliophile". El caso es que el señor se puso a reeditar, compilar, traducir o desempolvar viejos libros. Parece ser que tuvo problemas con la ley y que no llegó a hacer una fortuna, pero bueno.......tampoco murió de hambre.

Colección clásica de obras picarescas

  • La hija de Celestina, por Alonso Gerónimo de Salas Barbadillo, vecino y natural de la villa de Madrid 1907
  • Comedia de El Herrador del azote de príncipes y gran demostrador de vicios y virtudes, Pedro Aretino, ahora por vez primera puesta de la engua tosacana al castelano por Joaquín López Barbadillo 1908

Colección biblioteca de López Barbadillo y sus amigos

  • Los diálogos del divino Pedro Aretino ahora por vez primera puestos de la lengua toscana al castellano. Los traduce, anota y publica a su costa D. JLB (primer volumen vida de las monjas) 1914
  • Los caprichosos Dialogos del divino Pedro Aretino, nunca hasta ahora puestos en castellano; los traduce y comenta don Joaquín López Barbadillo. Contiene este volumen la escandalosa vida de las casadas 1914
  • Los diálogos del divino Pedro Aretino. Ahora por vez primera puestos de la lengua toscana en castellano. Los traduce, anota y publica a su costa d. JLB. Volumen tercero. Contiene este volumen la narración de La infame vida de las cortesanas que la imprime a su costa. 1915
  • Los ejercicios de devoción del caballero Enrique Roch con la señora duquesa de Condor. Obra escrita en francés por el famoso libertino Abate de Voisenon de alegre memoria y puesta en castellano por JLB etc. 1916
  • Anandria o Confesión de la señorita Safo. Historia ingenua, rara y deliciosa de una libertina precoz y de una sociedad secreta de amor sáfico. Obra francesa anónima del siglo XVIII, por vez primera puesta en castellano por JLB etc. 1916
  • Gamiani o dos noches de pasión. Maravilloso cuadro en que se pintan las orgías sáficas y sádicas de una frenética gozadora de amor. Novela hasta hoy casi desconocida de Alfredo de Musset, traducción castellana de JLB etc. 1916
  • Cancionero de amor y de risa, en que van juntas las más alegres, libre y curiosas poesías eróticas del Parnaso español, muchas jamás impresas hasta ahora y las restantes publicadas en rarísimos libros, compilación formada por la diligencia y cuidado de JLB etc. 1917
  • La academia de las damas, llamada "Satira sotádica de Luisa Sigea sobre los arcanos del amor y de Venus". Compuesta en seis coloquios Primera parte Escribiola en latín el maestro Nicolás Chorier y la traduce en castellano JLB etc. 1917
  • La academia de las damas, llamada "Satira sotádica de Luisa Sigea sobre los arcanos del amor y de Venus". Compuesta en seis coloquios segunda parte Escribiola en latín el maestro Nicolás Chorier y la traduce en castellano JLB etc. 1917
  • La tercera Celestina (Tragicomedia de Lisandro y Roselia). Obra de pasatiempo y recreación la cual rata de amores (propia materia de mancebos) y de la malicia de las alcahuetas. La escribió el maestro Sancho de Muñón, teólogo natural de Salamanca. Copia y reducció hechas sin una sola alteración por JLB etc. 1918
  • Las delicias de los Césares. Famosa colección erótica de monumenntos de la vida privada de los primeros emperadores romanos, sacada de una serie de piedras y medallas grabadas en su tiempo con la representación al desnudo de sus amores, sus orgías y sus aberraciones. La publicó por vez primera en el siglo XVIII con una encantadora explicación el señor Hancarville y hoy reproduce las célebres láminas y traduce el texto JLB etc. 1919
  • El culto secreto de las matronas romanas. Famosa colección erótica sacada de una serie de piedras y medallas grabadas en su mayoría en la época de Augusto y de Tiberio. Obra que sirve de continuación a "Las delicias de los Césares" la publicó por vez primera en el siglo XVIII con una detallada explicación de los libidinosos temas gráficos el señor Hancarville y hoy reproduce las célebres láminas y traduce el texto JLB etc. 1919
  • Teresa Filósofa. La Más Famosa Novela Erótica Francesa Del Siglo XVIII, Basada En El Escandaloso Proceso Del Padre Juan Bautista Girard y de la visionaria Catalina Cadiére, burlada por sus artimañas lujuriosas. Obra de autor anónimo, puesta ahora en castellano por JLB etc. 1920
  • El gineceo. Imponderable colección de setenta y seis portentosos estudios de desnudo del insigne dibujante francés André de Rouvyere en que palpita toda la ardiente escala, las crispaciones, las zalamerías, la animalidad, los furores, los delirios, de la pasión carnal de la mujer. Obra publicada en París en una edición única por la "Sociedad de El Mercurio de Francia" con una glosa de Rémy de Gourmont y ahora reproducida en España de igual modo por JLB etc. 1921
  • Museo de Nápoles. Gabinete secreto. Pinturas, bronces y estatuas eróticas con su explicación. Sola reproducción auténtica y completa del celebrérrimo de César Famín. Texto reformado y ampliado y purgado de errores con numerosos datos nuevos y originales por JLB etc. 1921
  • Jardín de Venus. Colección absolutamente íntegra de los graciosísimos cuentos libertinos del famoso don Félix María Samaniego. Manuscrito rarísimo y precioso, jamás impreso hasta ahora, que ha sido hallado por la buena fortuna de JLB etc. 1921
  • Un verano de amor. Ingenuas confidencias libertinas de dos bellas y ardientes muchachas de París. Novela publicada en Bruselas -1868- con el pseudónimo de "Un  autor a la moda" por el peregrino ingenio francés Gustavo Droz. Traducción castellana de JLB etc. 1922
  • Margot la remendona (Historia de una prostituta). Novela filosófico-erótica, una de las más celebres publicaciones libertinas del siglo XVIII francés, la escribió Fougeret de Montbron, y la puso por primera vez en castellano JLB etc. 1923
  • La cortesana inglesa (Memoras de Fanny Hill) Creadora de las formas más refinadas del placer sexual. Novela casi desconocida del gran lujurioso John Cleland, puesta ahora en castellano por JLB etc. 1924
  • El Jinete. Aquí se revela un escandaloso proceso impuesto el año de 1613, en la Ciudad de la Plata, en que el canónigo don Gaspar González de Sosa es acusado y preso por el delito de sodomía. Descripciones testimoniales de horrible crudeza. Rarísimo y sensacional documento que fue hallado por la buena ventura de Joaquín López Barbadillo y que hoy arregla y da a conocer José Bruno. Van una diatriba contra el pecado nefando y unas notas del mismo. 1924


Bueno, 17 libros eróticos y dos de picaresca en 22 tomos y varias ediciones en 17 años de edición ¿Qué tienen de especial? podrán preguntarse. La sonrisa vertical editó el cuádruple de libros en la misma cantidad de años.

Lo especial es que se trata de la primera colección de literatura erótica en castellano (que yo sepa), y si bien es comparativamente modesta con el monstruo que es "La sonrisa vertical", se trata de la obra de un solo hombre (con algunos ayudantes), trabajos pulcrísimos de investigación, recopilación, traducción, ilustración y rescate de documentos olvidados....todo eso en una época donde el libro era aún un trabajo artesanal.

Sonaría muy bonito decir "Me quito el sombrero ante la memoria de tan ilustre hombre", pero resulta que no acostumbro usar sombrero......quizás quitarse los calzones no sea tan elegante, pero definitivamente sería más propio.

sábado, 9 de abril de 2011

Cancionero de amor y risa, antología de Joaquín López Barbadillo

Hay una excelente creación que en 100 años no ha podido ser superada. No hablo de la Coca Cola, sino del Cancionero de López Barbadillo.

Magnífico, una piedra fundacional de la recuperación de textos históricos. En 1917 se le ocurrió a López Barbadillo echarse un chapuzón en la historia de la picaresca española, y compilar un libro que dio a llamar "Cancionero de amor y risa" ¿De qué trata? de poesía picante.

Para mí, la mayor obra de López Barbadillo. Como antecedentes y como inspiración para su compilación, tenemos el antiquísimo "Cancionero de Horozco", el "Cancionero moderno de obras alegres" de Spirrtual (1875), el "Cancionero de Hernando del Castillo" (1511), el "Cancionero de obras de burlas de Usoz del Rio" (1840),  los "Cuentos y poesías más que picantes" (1899), el "Cancionero de poetas antiguos" de Juan Alfonso de Baena (1851) y el "Cancionero de obras provocantes a risa" de Eduardo de Lustonó (1872)

Este libro fue a la picaresca española lo que las Facecias de Poggio fueron para el chascarrillo medieval. El libro está dividido por siglos, con un grabado alusivo a cada siglo. El período correspondiente va del siglo XV a los inicios del siglo XX. Muchos de los poemas nunca habían sido impresos antes, todos eran de origen español.

El Cancionero de Barbadillo es anterior al Jardín de Venus, pero afortunadamente se trata de dos obras muy distintas entre sí, por lo que no se traslapan una con la otra; antes se complementan.

EL RAPE  
Don Juan Martinez Villergas

Con los ojos arrasados
en lagrimones, María,
a su confesor decía
sus culpas y sus pecados.

Sin fatigas ni aspavientos,
y llena de contrición,
empezó su confesión
por los santos mandamientos.

¡Qué dolor! ¡Qué laberinto!
¡Pasó el uno, el dos y el tres!
El cuarto vino después,
y después del cuarto el quinto.

Llegó el sexto, ¡suerte impía!
Allí maldijo sus gustos.
¡Ay qué penas y qué sustos
pasó la triste María!

¡Cuitada! Fuera de sí,
mas descansando en la fe,
exclamó: «¡Señor pequé!
¡Tened compasión de mí!

Quiera Dios y no el dios Baco
perdonar mi desvarío;
pero ¡Jesús, padre mío,
cómo huele usté a tabaco!»

Y él diciendo ego te absolvo,
contestó: «Huelo, lo sé;
mi delicia es el rapé,
a todos nos gusta el polvo.

Diga, hermana, los que quiera,
que todo ello será nada.» 
Y la niña sosegada
continuó de esta manera:

«Supuesto que sois clemente,
prosigo mi mandamiento:
sabed para mi tormento
que tengo un vecino enfrente.

Es joven, tiene levita;
tan gallardo, tan buen mozo,
que yo me muero de gozo
cada vez que me visita.

De verle tan currutaco
me da cierto escalofrío...
Pero ¡Jesús, padre mío,
cómo huele usté a tabaco!» 

«Bien, mujer, ya te lo he dicho» 
la respondió amostazado;
y ella prosiguió el pecado
reprendiendo su capricho.

«¡Ay señor!, pues no es escasa
su piadosa compasión,
sabed que el mozo en cuestión
estuvo el domingo en casa.

Nosotras somos sencillas,
y él que es el mismo Caifás,
en chanza sin más ni más
empezó a hacerme cosquillas.

En balde mis fuerzas saco
procurando su desvío,
porque... ¡Jesús, padre mío,
cómo huele usté a tabaco!» 

Ya el padre lleno de enojos
su pesadez reprendió,
y la niña prosiguió
con lágrimas en los ojos.

«En balde busco maneras
de librarme de sus danzas;
el trato admitió las chanzas
y las chanzas fueron veras.

Quise hasta en puntos y comas
corregir al pecador;
pero no pude, señor,
que también gusto de bromas.

Me cogió bajo el sobaco
y con arrojo y con brío.....
¡Pero Jesús, padre mío,
y cómo oleis a tabaco!

El fraile llegando aquí,
dijo: -¡Acabó la disputa;
tú me estás aliendo a puta
desde que empezaste así,

y sin que por tal pensara
darte imprudentes chacotas,
una falta que me notas
me la estás echando en cara!

Dicho esto tomó otro polvo
y gruñó: -Basta de historia:
aquí paz y después gloria;
levanta que ego te absolvo.



Con fines puramente comerciales, Akal lo retoma en 1977 y lo reimprime como parte de su colección Espuela de Plata...........si bien es una chulada de edición, agrega un par de versos que no están en el original, además de modernizar, corregir los originales y arreglar atribuciones incorrectas. ¿El resultado?, que el libro nuevo tiene derechos de autor, al contrario del de Barbadillo. Vivillos ellos, toman una obra sin pagar derechos, le dan una limpiada y lo sacan con derechos nuevamente (sangijuelas, ¡Bajen el precio!)









Perversógrafo: Sexo normalito, alguna referencia homosexual, infidelidad, masturbación, anticlericalismo.


Cancionero de amor y risa

Joaquín López Barbadillo
Ediciones Espuela de Plata
2007, España
ISBN: 8496956008 84-96956-00-8
296 pags.

martes, 5 de abril de 2011

Cruel Zelanda de Jacques Serguine


Antes de conocer al autor del libro yo caí en la trampa de creer que estaba escrito por una mujer......En "Cruel Zelanda" tenemos un típico caso de "travestismo textual", uno muy bien llevado a cabo, al menos en la primera mitad del libro.

El estilo me recuerda mucho a "La vida sexual de Robinson Crusoe", de Michel Gall (Humprey Richardson), prin cipalmente por el tema similar que trata:  un europeo desinhibiéndose sexualmente en una isla, hasta llegar al paroxismo. Si en "La vida sexual..." el tema era el onanismo, el bestialismo y la fantasía, en éste libro es la nalgada, el sometimiento sexual y la horda promiscua.

El libro se editó en 1978 en Francia de manera anónima, y sólo recientemente Jacques Serguine ha reconocido la autoría. Serguine ya había escrito un libro de temática similar (aunque de distinta hechura) en 1973, con "Elogio de la azotaina", un manual sobre la nalgada y el golpe, a mitad de camino entre el manual de uso y el elogio literario.

En "Cruel Zelanda", Stella, una mujer inglesa en la época victoriana narra en primera persona su monótona vida sexual, llena de miedos, vergüenzas y ascos. Ella "es casada" con un oficial inglés con el que tiene un sexo muy victoriano.

Tras un breve tiempo de matrimonio, son destacamentados en una Nueva Zelanda salvaje, un poco más parecida a Nueva Guinea que a NZ en 1850, pero eso era predecible si es necesario que los salvajes anduvieran desnudos. No bien llegan, son atacados desde la jungla, sus compañeros dispersados o muertos y ella es llevada prisionera al "pah" de los maoríes.

En el gineceo, las mujeres la curiosean, la desnudan y la tocan, la pellizcan, la hurgan, la limpian, rien  y la lamen, siempre curiosas por el color de su piel. Ella se asquea de la desnudez y se atemoriza ante tanta sensualidad. Se da cuenta que ella nunca se había visto desnuda a sí misma.

Rubia, de grandes senos redondos, es toda una curiosidad. A la primera oportunidad le dan nalgadas, a las que ella responde con enojo y vergüenza, pero paradójicamente descubre que se siente excitada. Está siendo nalgueada ante la mirada de un hombre y se deja masturbar por la mujer que la azota.

En el pah, puede apreciar la diferencia de conceptos de la desnudez, de los olores y de la sensualidad de los nativos contra su moral victoriana. Moral que por otro lado es casi inmediatamente dejada de lado para integrarse a la tribu.

Una noche la sacan del gineceo y la llevan ante un inmenso hombre que parece ser el jefe de la tribu. Las otras mujeres la  desnudan y la presentan; la amarran a una especie de potro que está en la parte central del pah y la presentan completamente abierta. Quien quiera puede acercarse a tocarla, a meterle los dedos; incluso un chiquillo le besa en los genitales.

Al encontrarla demasiado seca, es azotada para que se excite (acción que se repite en todo el libro); para poder ser violada por un hombre que le hace un "rapidito" como rito de iniciación, ceremonia que nunca se explica ni se entiende, excepto que se tratara de una suerte de raza de erotómanos (cosa que no parecen ser por la falta de sensualidad que los hombres siempre muestran)

En otra ceremonia, es depilada en público, amarrada a una cama convexa. Así expuesta, es tocada y acariciada todo lo que la multitud quiera. Aunque el lesbianismo no es muy aceptado en la narración, se practica con natualidad, principalmente en la gran tienda de las mujeres.

En otra extraña ceremonia, la colocan atada en una posición completamente expuesta y es "pasada por las armas" por todos los hombres de la tribu, quienes parecían sufrir de eyaculación precoz. Los maoríes veían el sexo de manera orgánica, son los niños los que lo ven más de manera lúdica, pero en general los hombres satisfacen una necesidad y cumplen un rito casi de dominación, mientras las mujeres tienen relaciones de cariño entre ellas (cariño que nunca excluye unas buenas nalgadas para excitar al que las recibe, al que las observa y al que las aplica)

Con las manos sujetas a sus caderas, apretaba mi boca y toda la parte inferior de mi rostro contra su vulva desnuda, de tal manera que yo también me encontraba con las nalgas separadas y el sexo expuesto. Y en el mismo momento en que sentía brotar entre mis labios la savia feroz y mareante de Nawa-Na, la verga casi monstruosa de Ra-Hau, se hundió entre mis nalgas y me penetró en la vagina hasta las entrañas. Realmente me dio la sensación de que chocaba con mi corazón en lo más hondo de mí. Ra-Hau, que era todo un semental, emitió un vibrante y potente « ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! », que evocaba el grito de un caballo, y casi al mismo tiempo, bajo una punzada de goce que creí que me destornillaría la vagina, lancé un larga queja, ululante, que la pequeña vulva mofletuda y toda mojada de Nawa-Na, que me llenaba la boca, no logró amortiguar. Con salvajes sacudidas, mis riñones respondieron a los ataques bruscos y violentos de Ra-Hau, hasta el último segundo en que todo se desgarró en él y en mí.


Otro tema recurrente son los enemas anales y vaginales, que parecen cumplir un rito que no se entiende bien, pero hay un elemento juguetón y burlesco en ellos. Después de uno de esos enemas, la presentan al jefe de la tribu, quien la deja azotar a Nawa-na, una negrita misteriosa que parece tener un rango superior, para luego darle una enculada de miedo y terminar en un trío rodando por el suelo.

Después de esa experiencia, es integrada por completo al clan, como si su rango fuera superior. Sin embargo no cambia el hecho de que era un botín de guerra, que era tomada por quien la quisiera, hombre mujer o niño, de manera individual o en grupo, por delante, por detrás, por la boca, por las tetas; en la noche o en el día, en privado o en público; lo normal es ver a cuartetos.

Uno de los días extremos, está caminando por el bosque e intenta contar un cuento a los niños (que formaban clanes por edad, ya que no hay pertenencia ni familias en el pah) Ellos quieren jugar, así que la hacen caer, para enseguida abalanzarse sobre ella y desnudarla, besarla y tocarla. Prácticamente la violan por todos los agujeros entre los muchachos y muchachas más grandes (prepubertos super desarrollados)

Toda la tarde participa en los juegos infantiles, como un juguete-objeto de ellos. Ella descubre que entre los juegos infantiles se excluye la penetración vaginal, no así la sodomía entre varones; contrario a lo que sucede con los adultos.

Los niños veían el sexo como una manera "des-sensualizada" de relacionarse, como darse cariño y no como darse pasión. Ella se permite participar, excitada por una escena de doble oral, hetero-homosexual, masturbación lesbiana y curiosa sodomización homosexual. Parece que al autor se le acabó el tema y recurre a la exageración.....pero así es este asunto de la literatura erótica.

Con un jovencito tiene una relación que sí la satisface:

Esbozó los primeros vaivenes, las primeras sacudidas de un trabajo de hombre, pero se lo impedí, contrayendo lo más que pude el ano alrededor de su verga, ahogándola, por así decirlo, entre mis nalgas y el fondo de mi vientre. En verdad, resultaba profundamente delicioso, constreñirle de ese modo,
inmovilizarle y guardarle mientras seguía empalmado como un pequeño soldado dentro de mis entrañas. Acostada de lado, a diferencia de cuando me doblaban en dos cuando me enculaban, me parecía sentir en todas su longitud su altiva y elástica delgadez en la carne sólida e íntima de mi vientre y el contacto de la adorable lanza rígida. Empecé a gozar muy suavemente, mediante pulsaciones adormecidas, soñadoras, contrariamente a lo que hasta entonces sólo ocurría mediante desgarros o sacudidas. Era como un pulso de placer, que latía en lo más profundo de mí, alrededor de la verga del niño. Incluso el dolor que subsistía en el ano, mantenido abierto a la fuerza, se volvía familiar y dulce. El niño no se molestó por que mantuviera en suspenso su propio goce. Sin abandonar mi presa, mi total dominio sobre él, despegué imperceptiblemente el flanco del suelo, y por sí mismo mi juvenil amante deslizó la mano, luego con todo el brazo me rodeó la cintura, con la seguridad y el calor de un hombrecito, y por fin cerró los dedos muy posesivamente sobre mi vulva. Pero también me divertí prohibiéndoselo. Cubrí su mano con la mía, le aflojé y le alargué los dedos hasta que comprendió que debía dejarlos sueltos y flexibles, y entonces los utilicé, como un peine con vida, para acariciarme el clítoris, los labios, las ninfas, el hueco mismo de la vagina. El niño reía entre dientes con este nuevo artilugio. Y yo pronto empecé a gemir por lo bajo y a mugir de placer: la extrema situación provocada por el suave cepillo humano se unía a la que renacía, como renacen las olas, presta a rodar y a desencadenarse entre mis nalgas y en lo más
profundo de mis entrañas. La niña que me había dado una azotaina vino a su vez a acostarse a nuestro lado, justo delante de mí, acompañada de una amiga. Intentaban imitarnos con los medios de que disponían. Cada una enfilaba un dedo en el ano de la otra y, con la mano libre, le entreabría y le acariciaba, primero con cierta prudencia, luego siempre con mayor fogosidad las partes genitales, de manera que no tardaron en gemir mutuamente. Esta visión, sus vocecitas alteradas y también, después de todo, el recuerdo no menos vivo y no menos carnal de haber sido azotada por esas niñas rompieron las últimas ataduras de mi excitación. Por otra parte, mi insidioso pequeño amante se aprovechó de que mi atención se encontraba dividida desde que me masturbaba con sus manos para volver a ponerse en marcha entre mis nalgas. Avanzaba y retrocedía muy bien, distendiéndome sólo lo justo, asustándome sólo en el instante en que creía que iba a salir de mi, antes de cambiar su movimiento, esta especie de estiramiento de la carne por la carne, y de tensarse en lo más húmedo y más palpitante de mi vientre.
–¡Espérame! ¡Espérame! –le supliqué, jadeante.
Y en verdad parecía comprenderme; se retuvo hasta el instante mismo en que, descompuesta, inundada, solté en el interior de la vagina y entre sus dedos todo el flujo convulsivo de mi placer, mientras, exactamente en el mismo momento, me la ensartaba por última vez con un gran espasmo desgarrador y desgarrado, y descargaba a su vez su joven y ardiente semen, lo cual nos hizo gritar a los dos.
Después, me sentí totalmente feliz. Dormí un poco en el caluroso atardecer, mientras los niños, incansables como sólo pueden serlo ellos, proseguían sus juegos, cantos y danzas. 

Al llegar a la aldea, descubre que hay fiesta y la quieren como postre común, pero al ver que no puede  excitarse por estar saciada, le dan un urticante vaginal y anal que la obliga a rascarse por dentro con las vergas de toda la tribu.

Un dia capturan a James, su marido, y lo someten a las mismas ceremonias de iniciación: Potro, enculamiento, rasurado público y violación multitudinaria. Ella parece estar triste por volver a la europea realidad. Ella nunca puede convencer al marido de que el sexo es algo natural, él sigue viendo al sexo con asco.

Al final huyen y siguen con su aburrida vida en Inglaterra.

Entendiendo el mensaje de la última parte del libro, James parece ser la educación represora de Stella, Nawa-na parece ser la sexualidad y la pasión latente en ella, que nunca se dibuja; los salvajes son la genitalidad del sexo desapasionado; los niños el sexo al natural y "a lo bestia".  Lo que ella busca es que James (la educación) acepte la vida de los salvajes (la genitalidad) como algo positivo. Eso la hubiera hecho feliz.

Pero la educación gana.


Ahora, si me preguntan mi opinión (que no me la preguntan, pero soy el administrador y me vale madres) la inspiración del libro pudiera venir de las pinturas de Paul Gauguin en Tahiti y la Polinesia, bellas pinturas de mujeres hermosas viviendo al natural en el paraíso. La pintura "El día de los dioses" está expresada en el capítulo de la orgía infantil del libro.

Es un buen libro......muy, muy genital, casi rayando en lo pornográfico.






Perversógrafo: Sexo vaginal, anal, oral, entre las tetas, en público, individual o colectivo, desfloración, nalgadas, masturbación, lesbianismo, sodomía, deseos pedófilos, efebofilia, violación, gang-bang, desnudez, depilación, afrodisiacos, enemas, ducha vaginal, flagelación, trios, felación, dominación, sumisión, masajes, dedos y verduras por el culo.



Cruel Zelanda
Anónimo
La Sonrisa Vertical SV 23
Octubre 1980
ISBN: 978-84-7223-323-2
248 pág.