sábado, 17 de diciembre de 2011

Escritos pornográficos de Boris Vian

Ya antes había comentado que Boris Vian es uno de mis autores favoritos; con sus absurdos cuentos, su comicidad apenas insinuada y su leve erotismo, sus libros me parecen geniales.

Boris Vian (1920-1959) fue un genio polifacético, o un payaso provocador.....quizás las dos cosas; adicto al jazz, dramaturgo procaz, antimilitarista subversivo en época de guerra, ateo y enemigo de convencionalismos. Quizás no fuera un genio sino que sólo murió joven.

Este curioso libro es una recopilación tardía (moderna, de hecho, 1980) de varios de sus escritos: una primera parte que contiene las anotaciones de una conferencia que escribió, y una segunda parte con algunos textos que publicó en distintos medios.

Aunque Vian dictó innumerables conferencias, solía hacer sus conferencias de memoria y sin apuntes, por lo que no se conservan. Su presentación es divertida antes que una disertación formal, está estructurada para la controversia.

El ensayo que se llama "Utilidad de una literatura erótica" y nos muestra a un  Vian erotómano y bibliófilo que yo desconocía. Vian comienza por intentar definir qué es la literatura erótica, en qué se distingue de la pornografía o de la literatura tradicional y por último intenta explicarnos para qué sirve la literatura erótica......su conclusión es un supremo acto de socarronería, ya que llega a la conclusión que la literatura erótica no existe.

El primer inmolado es Sade, de quien rechaza sus escritos como literatura erótica, principalmente porque no son literatura y en segundo lugar porque no es erótico, sino sádico; más interesado por organizar las orgías que por describir el lado erótico. De sus obras nos dice que deberían estar prohibidas por razones literarias, que no morales.

Respecto a las prohibiciones nos dice que son muy perjudiciales, pero que es más perjudicial la falta de imaginación en el género erótico, o la falta de obscenidad.

Con ese precedente, se lanza de plano por definir la utilidad de la literatura erótica; nos dice que el erotismo le parece similar a las drogas, que llenan un vacío y una necesidad en aquellos que no tuvieron una prima de 16 años; que si el erotismo fuera libre y no te llevaran a la cárcel por enchufarte con cuanta chica se te ocurriera, las drogas perderían su papel en la sociedad, así como la literatura erótica.

Vian nos dice que la literatura no cambia a las personas, que las personas leen lo que quieren y responden como quieren a lo que leen; que una obra puede ser erótica para una persona y para otra no, como un catálogo de zapatos pudiera caer en una definición literal de la literatura erótica para el fetichista adecuado.

Para él, no existe la literatura erótica,  porque toda literatura es erótica. Todo depende del lector. Hay buena o mala literatura, nada más. Nos dice que la descripción de un árbol puede ser tan erótica como la descripción de un acto sexual........el autor llega a la negación del erotismo y entra de plano en el "pansexualismo".......bueno........así es Boris Vian.


«Leer libros eróticos, darlos a conocer y escribirlos es preparar el mundo del mañana y abrir la senda de la verdadera revolución».

En la segunda parte, tenemos varios textos en verso y en prosa; textos llenos de imaginación que casi ejemplifican ese pansexualismo del que hablábamos: pepinos pidiendo ser consoladores antes que comida; un tubo de pasta dental sobre un cepillo, que nos transporta hasta un cardenal sodomizando niños; un amante que escribe el nombre de su amada en todos lados.....con esperma; una descripción de lo peligrosas que son las vaginas, súcubos vampiros y otras lindezas.


La actividad del vampiro continuaba alrededor de mi vientre y, no sé cómo, con ayuda de un quiebro que debí de hacer sin darme cuenta, me lamía los bordes del ojete con una lengua puntiaguda y ágil como la cabeza de una serpiente. Ese contacto hizo que mi verga flácida recuperase vigor.Un último estirón del tallo que yo mamaba con avidez me advirtió de un cambio repentino y la boca se me llenó de cinco o seis chorros de un esperma suculento, cuyo sabor a lejía pronto daba paso a un aroma discreto a trufa. Sin darme tiempo a tragarlo todo, el vampiro, de pronto, se dio la vuelta y su boca se pegó contra la mía, explorando mis encías y mi gaznate para recuperar los pocos filamentos que aún quedaban. Entre tanto, mi sexo invadía un pasaje angosto, tórrido y suave, mientras una mano ligera, alcanzaba mi ano, donde introducía un falo aún tímido pero que se afirmaba con cada sacudida, enloqueciéndome con los más ardientes e inesperados arrebatos.Luché por volver en mí, y me dio tiempo a pensar que por fuerza estaba soñando, pues la vagina que un momento antes se abría entre el ano y los testículos, ahora se encontraba encima de la verga y seguía dándome gusto.

Todo el libro debidamente ilustrado por Manuel Alcorlo.



Perversógrafo: juguetes sexuales, sexo vaginal, oral, anal, vagina dentata, súcubos, pedofilia y mucha imaginación.

Escritos pornográficos
Boris Vian
Rey Lear.
Madrid, 2008.
ISBN: 9788492403189
128 Pags.



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