sábado, 8 de enero de 2011

Diez manzanitas tiene el manzano, de "Ofelia Dracs"

Ya había comentado en una ocasión que la literatura catalana me parece excelente; aquí tenemos un nuevo ejemplo: un libro que combina el erotismo con la comicidad. Diez manzanitas tiene el manzano es una obra asombrosa, ganadora del concurso "La sonrisa vertical" de 1979.

Cuando me enteré que Ofelia Dracs era un pseudónimo de un colectivo de escritores; y que  que tras éste curioso nombre había un buen grupo de reconocidos escritores que se dedicaban a darle valor a las letras catalanas (valor y lustre que ya tenían en mi opinión), me quedé asombrado.

El libro tiene un estilo y una coherencia que otras antologías no han tenido la dicha de lograr; y, aunque algo puede deberse a una buena traducción, definitivamente el haber rescatado el habla y el cachondeo catalán-urbano-clasemediero, le dan un aire que llegó a confundir al jurado. Yo sospecho que hubo un gran trabajo de edición conjunta, donde se intercalan palabras e ideas de varios cuentos para aparentar que se trata de un solo autor que escribe todos los cuentos sin lapsos de tiempo entre ellos.

El colectivo invitó a dos mujeres para colaborar, pero ellas rechazaron por distintas razones, por lo que dos de los autores completaron la colección de diez cuentos.....la verdad, me parece imposible adivinar cuáles.

La perra
Una prostituta "levanta" a un cliente y lo convence de ir a su departamento a divertirse, prometiéndole buenos precios y dejarle "los huevos secos como dos pellejos"...quizás hasta un trío con su amiga. La chica tiene un secreto ¿para perder la erección?

Chop-suey
Una divertida historia sobre acoso sexual laboral, mitos urbanos sobre cómo se manejan nuestros alimentos en las fábricas y un enigmático embarazo. Uno de los cuentos más divertidos.

Teresita-que-hacía-funcionar-la-vietnamita 
Una chica tonta, drogada, caliente y borracha es usada por sus amigos y maestros (léase que todos se la cogen) para obtener favores políticos.

Los pantalones
Ante un accidente con sus pantalones viejos, un hombre con un pene majestuoso usa unos pantalones que le aprietan de todos lados, especialmente de la entrepierna. Para su asombro descubre que la incomodidad también le desborda el deseo sexual.

Afrodisíaca bandera
Fantasías sexuales de un hombre en el baño. No tiene desperdicio, es un cuento gracioso y desparpajado.

Una perrita caniche
Un hombre rememora a su tía fotógrafa, quien solía sacarles fotografías eróticas a él y a su hermana cuando eran pequeños. También recuerda  a su última amante, recién muerta, para terminar excitado tirándose a su propia perra (¿existe el sexo consensual inter-especies?)

Eros, acimut tres
Si no fuera por el leve acento cómico del cuento, ni lo reseñaría. Un niño de 8 años está tratando de seducir a una mujer adulta para que lo masturbe como lo hace el padre de la iglesia. El problema con éste cuento es que nos quieren vender la idea de que un niño puede llegar a ver la pederastia desde una perspectiva naturalista, y no suele ser así.

El matasuegras
Un hombre con problemas de erección encuentra la salida a sus dificaultades mediente el suicidio. Pero no se irá sin hacer una última broma. La broma se le revierte, con el mensaje de que a algunas personas los persigue la mala suerte.

Crepuscular
Una historia muy distinta a las otras, más íntima y menos corporal, sobre un viejo que se enamora de una colegiala, tratando de seducirla y de conservarla intacta y siempre joven. Interesante, cruda y distinta

Las tres señales
Un curioso cuento de la vida cotidiana en dos realidades: una de un hombre tímido y correcto y otra de un galán hipersexual. Se supone que una de las realidades es una historia para un concurso de literatura erótica, y el otro es la realidad de un corrector. Muy divertido el concepto, al final no sabemos cuál es el cuento y cuál es la realidad, pero el autor hace un guiño al lector y a los jueces de "la sonrisa vertical": quiere ganar el concurso.



Un solo empujón reventó la puerta con gran lujo de bisagras superando el freno de la cabeza de los tornillos y el seco chasquido del pomo de la cerradura, que saltaba por entero. La cremallera de la bragueta ya estaba bajada.
–¡Manos arriba, esto es una violación!
En la calle, la tarde se derrumbaba con la mansedumbre pegajosa típica de las grandes urbes amortecidas bajo la húmeda sábana de emanaciones contaminadoras.
–¿Cuándo tuviste la última regla?
Los muslos recién bronceados temblaban junto al periódico mal doblado en las páginas del Atracador del siglo: Un hombre y dos mujeres se apoderan de 14 millones de la caja... Nerviosas miradas al reloj.
–Te aconsejo por tu bien que no grites ni chilles, si colaboras no te pasará nada malo, todo irá bien.
René Magritte, de cara a la pared, simulaba que era el mismo cuadro que pintaba, con abrigo y sombrero negros y nuca de seminarista.
–Venga, sácate toda la ropa y déjala sobre la mesa.
El extremo del cordón del teléfono ya estaba desprendido de la pared. La revista estaba abierta por el desplegable central, una corriente de aire le hizo mover ligeramente los brazos hacia la ventana abierta de par en par.
–¡Quieta! No juegues, deja las heroicidades para las películas. Échate al suelo. No, mejor sobre la alfombra, no quiero que pienses que todos los violadores somos unos hijos de puta, no quiero actuar como si fueras la ninfómana de la Adela o la golfa de la Engracia. Sus coños son inmensos, sobre todo el de la Engracia; palacios con calefacción central, manantiales vitales, laberintos del olvido, ríos de carcajadas, embudos de la memoria, las bocas más elocuentes, los labios más sazonados, coños cósmicos capaces de autodigerirse.
Un televisor conectado subía por el patio de luces con sonidos de chistes baratos y lubricantes de uso doméstico. Cuatro franjas rojas sobre fondo amarillo componían la arrugada bandera que pretendía adornar la gran pared frontal; la combinación de colores más perfecta y afrodisíaca.
–Sé que tienes tus derechos, como también sé que yo tengo los míos, y que, aunque te parezca lo contrario, no son antagónicos. ¡Vamos, ábrete!
Su campo visual descendió al plano atmosférico.
–Un día la Engracia me llenó el pene de besos, no había manera de que pasase a más. Pero no te creas que era cosa de manía, para cubrir el expediente, porque conté más de cincuenta.




Perversógrafo: Sexo vaginal y oral, masturbación, tríos, orgías, prostitución, violación, pederastia,
anticlericalismo, menstruación, incesto, sexo precoz, necrofilia, zoofilia, jueguetes sexuales (botellas, crema batida, matasuegras, muñecas inflables, melones), fantasías (violación, soplar en el ano, meter los dedos, sexo oral homosexual, sangre menstrual), voyeurismo, irrumación, vómito, sexo en público (parques, retaurantes, transportes, playas) sexo con inválidos.



Diez manzanitas tiene el manzano
"Ofelia Dracs"
Abril 1980
La Sonrisa Vertical SV 21
ISBN: 978-84-7223-321-8
200 pág.


3 comentarios:

  1. Me gustaria adquirir un ejemplar, me parece que vives en México, ¿Lo compraste en una librería local?

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  2. Si no me equivoco debo haberlo comprado en Gandhi.

    El problema con los títulos de "La sonrisa vertical" es que por su color, son fácilmente identificables, así que no duran mucho en el aparador.

    Por la red he visto también una copia pirata.

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  3. ok, lo pediré con los amigos de Gandhi... jajaja! Si requieres algo avisame y comparto mi descuento !!

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