sábado, 4 de diciembre de 2010

Roy Melisander Johnson, Filantroporno

Desde hace tiempo me mataba la curiosidad de saber acerca de el famoso coleccionista al que Anais Nin le escribe su carta de odio; es muy obvio que en los años 30s y 40s, en Estados Unidos hubo una gran producción de literatura erótica de muy distintas calidades, y que esa producción no estuvo empujada por algún movimiento artístico o cultural, era mi opinión que había dinero detrás, pero no lograba armar el rompecabezas.

En el fondo de mi estantería tengo un pequeño libro editado en 1974 por la editorial ROCA que se llama "Folklore Erótico" y cuyos temas son tan variados que había estado acumulando polvo por años después de ser rescatado de una librería de viejo donde acumuló polvo por años (Lo compré porque tiene un capítulo sobre Pisanus Fraxi).

Resulta que el libro es una traducción de "The Horn Book : studies in erotic folklore and bibliography" de nada menos que el gran folklorista  Gershon Legman, pero el traductor ni siquiera se molestó en poner los datos completos del autor ni del libro en su idioma original. El libro, impreso en inglés en 1964, es una colección de escritos de Legman de la década de los 50s.

En el libro, me encuentro ésta referencia:

Best me contó dos cosas muy interesantes acerca de Mi vida secreta. Una fue que un autor e investigador estadounidense, llamado R.T., le había escrito un enorme suplemento, con un título similar y casi tan largo como las 4,200 páginas del original. Este suplemento o imitación fue vendido en manuscrito, volumen a volumen, según iba siendo escrito, a un viejo millonario petrolero de Ardmore, Oklahoma quien ya tenía en su colección "toda" la erótica impresa en inglés, la que guardaba en archivadores de acero en su oficina central porque su mujer no toleraba esa clase de libros en su casa. Este caballero, con quien mantuve posteriormente correspondencia, no podía leer sino en inglés, y explicaba francamente que "su imaginación se excitaba sólo una vez" con cada nuevo libro y por tanto no podía releerlo "con utilidad" sino después de olvidarlo completamente: problema idéntico al de los lectores de las novelas de crimen, sucedáneo literario de la experiencia inmoral, por analogía en muchos aspectos. Por consiguiente, él se las arregló para que le escribieran dos nuevos manuscritos eróticos bajo pedido por entregas semanales, rechazando al igual que el autor de Mi vida secreta, toda escena de flagelación o sadismo. Cosa que le honra.

Los manuscritos eran escritos por autores indigentes, locaizados e invitados a esta labor por un agente literario de Hollywood y un vendedor particular de libros en Nueva York y sus subagentes,cada uno de los cuales recibía una suculenta tajada del precio pagado por el millonario. Los autores por su parte, recibían unos módicos 50 a 100 dólares por cada manuscrito de cien páginas, lo que en parte dependía de su reputación literaria........
En diversas ocasiones he tenido en mis manos más de cincuenta de esos manuscritos destinados al millonario de Oklahoma, pero en copias al carbón encargadas y guardadas subrepticiamente por los agentes para publicarlas más tarde una vez muerto el millonario......
Otro grupo de parodias o cntinuaciones eróticas de semejante origen copian el modelo de los "Trópicos" de Henry Miller y, en verdad, al leerlas no resultan muy diferentes de las obras maestras del género que Miller ha continuado publicando bajo su propio nombre....

A pesar de que Ardmore dice ser el lugar con más millonarios del planeta, no hay tantos personajes que empaten con una colección de 2,000 manuscritos eróticos, así que uno se entera de muy buenos chismes. El millonario era el empresario (benefactor, filántropo, líder la la iglesia local y un largo etcétera) Roy Melisander Johnson, quien, en términos simples, estaba "podrido en dinero" y necesitaba la cochinada literaria para "menear el ganso".

Parece ser que Legman no se enteró de esa colección por accidente. Legman alternaba sus estudios de Folklore  y sus  escritos con esa rama de la prostitución que practican algunos libreros: Se dedicaba a comerciar con libros "raros y antiguos". Como don millones ya tenía todo lo editado en inglés en su época (que no podía ser tanto) usaba a Legman como alcahuete literario ofreciéndole 200 dólares por manuscrito...."cien pa'tí y cien pa'l escritor". ¿Cómo explicar que haya sido tan benévolo con Johnson en su libro, cuando Legman regularmente era cruel en sus críticas a todos?

Legman era conocido de Henry Miller (aunque no eran amigos), en alguna ocasión le pidió entrevistarse con él acerca de unos manuscritos que quería, pero él envió a Anais Nin en su lugar. Pronto ya tenemos la conocida historia de Nin escribiendo erotismo por encargo, junto con todos sus amigos.

Obviamente en ésos 2,000 manuscritos debe haber habido mucha porno-basura, pero también hubo joyas como la segunda versión de "Mi Vida Secreta", las magníficas obras de "El profesor de Oxford" (que ¡demonios!, no encuentro) de un tal Longus Erectus Mentulus (Lupton Allemong Wilkinson), las primeras ideas de Henry Miller de donde nacerían "Sexus", "Plexus" y "Nexus", probablemente "Opus Pistorum"; los cuentos originales de Nin, que después serían "Delta de Venus" y "Pajaritos", "El abogado del diablo" de Robert Sewall y un largo etcétera.

Johnson tenía contactados agentes en Nueva York, Chicago, Kansas, San Luis y Los Angeles para conseguir manuscritos, pero hablamos de una época donde ya existía el papel carbón, así que todo mundo se quedaba con una copia de los originales y así mucho fué reescrito e impreso en los sesentas y setentas, una vez que Johnson había muerto.

No creo que haya existido alguien que haya patrocinado tantas obras literarias como nuestro querido Johnson, creo que le debemos un aplauso y quizás una escultura por haber aliviado el hambre de tantos autores durante la gran depresión.

A la muerte de Johnson, su colección fue dispersada en el mercado, principalmente hacia los impresores de revistas de kiosco o hacia la naciente industria del cine porno. Se supone que Legman pudo haberse quedado también con parte de la colección, que si no fue vendida podría aún estar en la biblioteca Kinsey

Quién sabe, quizás aún hay por allí sorpresas inéditas de autores famosos, esperando para ser descubiertas.

Como dato curioso, parece que  Nin hasta llegó a dudar de la existencia de un benefactor:

Diciembre de 1940) Henry me habló del coleccionista (Legman, supongo). A veces almorzaban juntos. Le compró un original y luego le sugirió que escribiera algo para uno de sus viejos y ricos clientes. No podía decir mucho acerca de él, salvo que estaba interesado en los relatos eróticos.
...
Nunca recibió una palabra de agradecimiento de su extraño patrón (Johnson, ahora sabemos). Podía ser natural que no quisiera revelar su identidad, pero Henry empezó a atosigar al coleccionista. ¿Existía realmente aquel patrón? ¿No irían destinadas aquellas páginas al propio coleccionista, para alegrarle su melancólica existencia? ¿Eran uno y otro una misma persona? Henry y yo discutimos este extremo largamente, hicimos conjeturas y nos divertimos.
En este punto, el coleccionista anunció que su cliente estaba a punto de llegar a Nueva York, y que Henry se reuniría con él. Pero la reunión nunca llegó a celebrarse. El coleccionista se mostraba pródigo en sus descripciones de cómo enviaba los originales por correo aéreo y de lo mucho que costaban, pequeños detalles para añadir realismo a sus proclamas en favor de la existencia de su cliente.
Un día quiso un ejemplar dedicado de Black Spring.
–Creí haberle entendido que él tenía ya todos mis libros firmados –objetó Henry.
–Es que ha perdido su ejemplar de Black Spring.
–¿A quién debo dedicarlo? –preguntó Henry, inocentemente.
–A un buen amigo; con eso bastará. Y firme con su nombre.
Pocas semanas más tarde, Henry necesitaba un ejemplar de Black Spring y no encontraba ninguno. Decidió pedir prestado el del coleccionista. Fue a su oficina, y la secretaria le rogó que esperase. Empezó a mirar los volúmenes de la librería y descubrió un ejemplar de Black Spring. Lo sacó y resultó ser el dedicado al "buen amigo".
Cuando llegó el coleccionista, Henry le habló del asunto, riendo. Con el mismo buen humor, el coleccionista explicó:
–¡Oh, sí! El viejo se impacientó tanto que le envié mi propio ejemplar mientras esperaba que usted me entregara el firmado, con el propósito de cambiárselo cuando él vuelva a Nueva York.
Al encontrarnos, Henry me dijo:
–Esto me huele peor que nunca.



Folklore Erótico
G. Legman
1974
Ediciones Roca
281 pags.

Aquí un interesante artículo en inglés sobre el caso Nin-Miller-Legman-Johnson:


La primer imagen la puse porque Ardmore es el sitio más aburrido y poco sexy del planeta, pero encontré una sexy taza petrolera que puedes comprar aquí


La segunda imagen la he tomado de aquí

3 comentarios:

  1. El famoso coleccionista... todo un mecenas. Gracias por desvelar el misterio. Y enhorabuena por el blog, es increíble.

    ResponderEliminar
  2. Sí......a ver cuánto dura el blog, yo creo que voy un poco menos de la mitad de lo que sé de la materia, pero a lo mejor da para todo 2011

    ResponderEliminar
  3. Jesús cuánto sabes.
    Qué bien que todavía te quede mucho para ofrecernos.

    ...
    Dónde están hoy día esos millonarios mecenas, coleccionistas y amantes de las letras??

    ResponderEliminar